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En términos generales, la relación entre México y Estados Unidos ha estado caracterizada por una cooperación estrecha, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, ya en la década de 1930, Franklin D. Roosevelt había inaugurado la "Política del Buen Vecino". En este sentido, el Dr. Jorge Schiavon señala que esta política abogaba inicialmente por la no intervención de los Estados Unidos en los asuntos internos de otros países, pretendiendo que esta directriz de política exterior tuviera un alcance global. No obstante, la aplicación de la "Política del Buen Vecino" se restringió y delimitó exclusivamente al continente americano.

En el marco de dicha política, las significativas reformas de carácter revolucionario en México no suscitaron una respuesta de naturaleza radical por parte de su vecino del norte. En su lugar, la posición de EE. UU. fue más bien diplomática. Además, la Segunda Guerra Mundial propició una serie de acuerdos que robustecieron la capacidad de negociación del Estado mexicano frente a los Estados Unidos, ampliando su margen de maniobra para incrementar su autonomía relativa en el sistema internacional.

En sintesís, y suscribiendo la tesis del Dr. Schiavon, la cooperación con los Estados Unidos se produce en el marco de lo que él denomina "cortina de humo". Esto implica que los Estados Unidos toleran las formas autoritarias de los gobiernos mexicanos siempre y cuando México asegure la seguridad de la frontera compartida. Este concepto destaca que la cooperación bilateral se desarrolla bajo ciertas condiciones predeterminadas que, a la vez, reflejan la compleja interacción entre las dos naciones.

La tesis central de este análisis sostiene que las condiciones políticas internas de cada país pueden disolver la tradicional "cortina de humo", dando lugar a la política exterior de tit for tat que hemos presenciado recientemente. Este cambio ha sido evidente en las declaraciones del presidente AMLO, quien ha llamado a la comunidad mexicana en el exterior a no votar por el Partido Republicano. Esta posición ha provocado respuestas de los congresistas estadounidenses, quienes han incrementado la retórica antiinmigrante y han trasladado completamente la responsabilidad de la seguridad en la frontera sur al Estado mexicano. De no cumplirse estos requerimientos, amenazan con tomar medidas agresivas e intervenir por medio de las fuerzas armadas estadounidenses para combatir el tráfico de fentanilo.

Es notable el llamado de AMLO a la comunidad de mexicanos residentes en el extranjero a abstenerse de votar por el Partido Republicano.

Estas circunstancias se enmarcan en un contexto global donde los gobiernos populistas están ejerciendo presiones cada vez más invasivas sobre las instituciones democráticas y liberales. El triunfo electoral de figuras como Trump o el propio Andrés Manuel López Obrador son resultado de decisiones populares respaldadas por mayorías abrumadoras, mismas que han expresado un descontento generalizado con el llamado establishment y las élites políticas tradicionales. Este masivo respaldo popular ha debilitado las capacidades institucionales e instituido nuevos modelos y esquemas de hacer política. Estos nuevos paradigmas están encarnados por un líder o un outsider que promete el regreso a una época dorada y olvidada de grandeza, sintetizado en eslogans como "Make America Great Again" de Trump, o "la Cuarta Transformación" de AMLO. En conjunto, estos cambios en la política interna y externa están reconfigurando la relación entre México y los Estados Unidos.

En este contexto global de auge populista, un rasgo común emerge en los estilos de hacer política de estos líderes: la tendencia a socavar la credibilidad de las instituciones y de la autoridad científica o técnica, así como a descalificar a los opositores. Las narrativas juegan un papel central en este proceso y la administración política se transforma en una batalla continua por ganar y mantener adeptos, mientras se intenta desacreditar y silenciar a las voces críticas.

Esta dinámica introduce un factor crítico en la ecuación: la política de las emociones. Apelando a decisiones populares, pero a menudo imprudentes, estos líderes pueden capitalizar el descontento general y catalizar el cambio. Sin embargo, las consecuencias de estas decisiones en el largo plazo son aún imprevisibles, especialmente en lo que respecta a las relaciones interestatales.

En esta línea de análisis, es notable el llamado de AMLO a la comunidad de mexicanos residentes en el extranjero a abstenerse de votar por el Partido Republicano. Este hecho cobra relevancia especialmente en el marco de las elecciones de 2024 en ambos países, donde se vislumbra la posibilidad de un resurgimiento de las tensiones con el gobierno de Trump, o incluso con Ron DeSantis, otro aspirante a la presidencia. Ambos candidatos republicanos se caracterizan por promover una retórica antiinmigrante y un estilo de confrontación marcado.

La cuestión clave con respecto a la iniciativa de la cancillería mexicana de activar la red consular para informar a la comunidad mexicana y "defender a México" gira en torno al uso de la política exterior mexicana como instrumento para influir en el voto de la diáspora mexicana y ejercer presión a través de la diplomacia pública. De tal manera, resulta pertinente determinar la influencia del voto mexicano en las elecciones estadounidenses, considerando su sistema electoral basado en la asignación de electores por estado. Según Jorge Santibañez del "Mexa Institute", el voto mexicano es relevante en Texas y Arizona, donde los votantes mexicanos representan alrededor del 30% y constituyen el 90% del voto hispano.

No obstante, las comunidades mexicanas en el exterior no son homogéneas. Tomemos Texas como ejemplo. A pesar de tener un origen étnico común, no todas las personas se identifican como "latinas" o "mexico-americanas". El condado de Zapata, con un 94% de población de origen latino es un caso clave: el 98% se identifica como de raza "blanca" y en 2016 votaron mayoritariamente por el Partido Republicano, por primera vez en 100 años. Muchos habitantes de origen mexicano o hispano en Texas, con varias generaciones viviendo allí, se identifican como "Tejanos", reafirmando la idea de que no cruzaron la frontera, sino que "la frontera los cruzó a ellos".

Según las estadísticas del Pew Research Center, aunque los candidatos demócratas gozan de una preferencia del 58% entre los mexicanos con derecho a voto en los Estados Unidos, la administración de Biden es vista con desaprobación por un 52% de este grupo. Este nivel de descontento es incluso mayor entre la comunidad hispana en general, donde la desaprobación alcanza el 54%.

Por otro lado, una mayoría de la comunidad hispana (80%) coincide en que la economía es el tema que más influye en su decisión de voto. Asimismo, un estudio realizado por la Americas Society Council of Americas muestra que una porción significativa de los votantes latinos considera a los republicanos más capaces de gestionar asuntos económicos relevantes, como la inflación y el empleo. Esto refleja la importancia que tiene la estabilidad y prosperidad económica para los hispanos en Estados Unidos, acentuada por los retos adicionales que enfrentan debido a las difíciles condiciones en sus países de origen.

Estas estadísticas ilustran la complejidad del voto latino y propician interrogantes en lugar de plantear una hipótesis definitiva sobre la tendencia del mismo. En lugar de asumir una dirección clara del voto latino, podríamos cuestionarnos si es conveniente o incluso posible influir en el voto de los mexicanos registrados para votar en Estados Unidos. Al considerar varios factores, como su influencia relativa, la conformidad con nuestros principios de política exterior y la dificultad de alcanzar un consenso dada la falta de homogeneidad, debemos reconocer que los intereses de los mexicanos en el extranjero están fuertemente vinculados a la estabilidad y el bienestar de sus hogares en Estados Unidos.

Finalmente, es esencial considerar que las declaraciones de AMLO parecen ser menos una acción de política exterior calculada y más un recurso retórico para mantener la aprobación de sus seguidores. En efecto, estos comentarios provocativos y escandalosos podrían ser utilizados por DeSantis o Trump para revirar a AMLO y reforzar la narrativa del "peligro latino" que ha avivado sentimientos xenófobos en varias regiones de Estados Unidos. Esto tiene una repercusión directa en la comunidad mexicana residente en el extranjero. Por ejemplo, el FBI reportó un aumento del 21% en los crímenes de odio contra hispanos/latinos en 2018, correlacionado con los constantes ataques de Donald Trump.

Teniendo en cuenta los efectos potencialmente dañinos de las acciones y comentarios de AMLO, junto con los de líderes como Trump y DeSantis, vemos cómo estos pueden exacerbar las tensiones y alimentar una hostilidad creciente hacia los latinos en Estados Unidos, como lo demuestra el aumento en los crímenes de odio.

En conclusión, los estilos de liderazgo de figuras políticas como Trump y AMLO están cambiando no sólo la dinámica política interna, sino también las relaciones internacionales. La relación entre México y Estados Unidos, que históricamente ha estado marcada por la política de la "cortina de humo", parece estar evolucionando hacia una postura más de "ojo por ojo" o tit for tat. Esta tendencia subraya una profunda transformación en la dinámica de cooperación bilateral, lo que podría tener repercusiones significativas para el futuro de ambos países y para la comunidad de origen mexicano que reside en Estados Unidos.

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Desde hace años, México lucha contra el tráfico de armas y Estados Unidos contra el tráfico de drogas. Ambos países comparten el interés de seguridad nacional para detener a los grupos criminales que trafican armas ilícitas, drogas y explotan a los individuos a través de la trata de personas y ya reconocieron la importancia de trabajar en conjunto para erradicar estos y otros problemas que comparten sus fronteras.

En este sentido, la Iniciativa Mérida fue un marco de cooperación bilateral en materia de seguridad, Estado de derecho y control de drogas. Fue propuesta por México y adoptada en 2007 por los entonces presidentes Felipe Calderón y George W. Bush. Tenía un enfoque militar que buscaba afectar la capacidad operativa del crimen organizado, equipar las fuerzas armadas, implementar reformas en materia de justicia y profesionalizar las instituciones de seguridad.

El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) se caracterizó por una política exterior activa y responsable, pero también por una guerra contra el crimen organizado que provocó un aumento de la violencia en todo el país. Con la Iniciativa Mérida, Calderón buscaba dejar atrás la posición de subordinación de México hacia el país vecino, que este aceptara su corresponsabilidad en materia de narcotráfico y brindara su apoyo para combatirlo. En el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), aunque se limitó el alcance de la Política Exterior Mexicana, la Iniciativa Mérida continuó, pero sus mecanismos se debilitaron y provocaron descoordinación y fragmentación en la cooperación binacional sobre seguridad entre ambos países, llevándola a una fase terminal.

Para el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), la Iniciativa desapareció y se sustituyó por el Entendimiento Bicentenario México-Estados Unidos para la Seguridad, Salud Pública y Comunidades Seguras. Fue adoptado a finales del año 2021 a raíz del Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad, como una estrategia integral a largo plazo de acciones binacionales para abrir oportunidades de mayores transformaciones para garantizar la seguridad, salud y desarrollo para ambos países.

El Entendimiento Bicentenario busca reafirmar la soberanía de México ante Estados Unidos en temas de seguridad, proteger a la sociedad, prevenir la delincuencia transfronteriza y desmantelar redes criminales. Para ello, establece 3 ejes de trabajo, 102 acciones y 26 objetivos en los que prevalece el uso de la inteligencia en lugar de la fuerza, aborda la ciberdelincuencia, enfatiza el intercambio de información entre gobiernos y trata el problema de las drogas con un enfoque de salud pública.

Debido a que México y Estados Unidos comparten retos y sus políticas internas afectan al país vecino, cooperar para garantizar la seguridad es fundamental. Por ello, el Entendimiento Bicentenario es una forma de encauzar la relación bilateral en materia de seguridad hacia fines más concretos que los planteados por la Iniciativa Mérida, que permitan potenciar sus capacidades y fortalecer las estrategias.

Para aplicar los objetivos del Entendimiento, México y Estados Unidos han implementado medidas a nivel interno y a largo plazo. Sin embargo, se acercan los comicios del 2024 en ambos países. Con el cambio gobierno que se avecina, ¿qué pasará con este Entendimiento y sus objetivos? Ya que existe la posibilidad de que no se les dé continuidad, como sucede con varios acuerdos de política interna y externa con el cambio de administración.

Aunque falta mucho por hacer en temas de seguridad y aún es pronto para evaluar el impacto del Entendimiento Bicentenario, es importante preservar esta cooperación y dar continuidad a las estrategias conjuntas para alcanzar sus objetivos y mantener una política exterior exitosa en la que se cuente con los recursos materiales y el interés, independientemente de quién ocupe la silla presidencial.

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La cooperación trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá hasta la X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) no ha derivado en soluciones a problemas comunes más allá del pragmatismo impulsado por el interés nacional de cada una de las naciones que conforman este espacio geográfico. Desde la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), principal institución regional formal, académicos han discutido la posibilidad de construir una región integrada, con instituciones para resolver problemas comunes, más allá del ámbito económico y comercial. La idea de América del Norte, ampliamente difundida por Robert Pastor, obedecía a estas pretensiones. Sin embargo, las agendas nacionales tanto de México como de Estados Unidos y Canadá, desde la era Bush hasta la era Trump, han avanzado hacia otra dirección. La protección de la soberanía nacional, las medidas unilaterales y el énfasis en las relaciones bilaterales se han impuesto sobre el desarrollo de instituciones regionales.

A pesar de que América del Norte es una de las regiones con mayor flujo de mercancías, personas y procesos de producción en el mundo, hasta el momento carece de instituciones regionales formales para tratar problemas comunes, tales como la seguridad, la migración laboral y la salud. La falta de promoción de un acercamiento trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá ha contribuido a que no se consolide el desarrollo regional para combatir de forma conjunta los problemas que aquejan la región. En su lugar, los Estados han optado por concentrarse en sus relaciones bilaterales, lo cual ha ocasionado que en América del Norte: 1) prevalezca una estructura de cooperación fragmentada en el tema de seguridad, 2) no existan instituciones regionales para mejorar el estado de los trabajadores migrantes en toda la zona y 3) no exista un sistema efectivo para la contención y mitigación epidemiológica que supla las medidas unilaterales adoptadas por las partes en caso de emergencia sanitaria.

En este orden de ideas, el presente trabajo tiene como objetivo exponer los alcances y limitaciones de la X Cumbre de Líderes de América del Norte con respecto al desarrollo de mecanismos e instituciones regionales. De esta forma, el argumento principal de este trabajo gira en torno a que la X CLAN no supone un avance significativo en el desarrollo de instituciones regionales para resolver problemas comunes en América del Norte. Esto es así debido a que la X CLAN no ha logrado establecer una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad regional norteamericana. Sin embargo, sus alcances dependerán del seguimiento de los mecanismos prometidos en la Cumbre.

La X Cumbre de Líderes de América del Norte trajo como resultado los siguientes compromisos: 1) promover sociedades diversas, inclusivas, equitativas y democráticas que combatan el racismo; 2) combatir la crisis climática, por medio de la adopción de energías limpias y la reducción de las emisiones de metano para 2030; 3) fortalecer la competitividad, la innovación y la resiliencia; 4) promover la ampliación de las vías legales y otras medidas humanitarias para hacer frente a la migración irregular en la región; 5) coordinar acciones y estrategias para combatir el tráfico de armas y drogas, así como la trata de personas; 6) intercambiar información y establecer políticas públicas para proteger a sus países contra las crisis de salud actuales y futuras.

Los mecanismos de carácter trilateral prometidos en la Cumbre son escasos. En primer lugar, con respecto a diversidad, equidad e inclusión, el compromiso de los Estados de América del Norte se apoya en mecanismos regionales y globales ya existentes, tales como el Grupo de Trabajo Trilateral sobre Violencia contra las Mujeres y Niñas Indígenas, pactado en la VIII CLAN en 2016, la Coalición por la Igualdad de Derechos en las Américas y el Grupo Central LGBTQI+ de las Naciones Unidas.

En segundo lugar, sobre el cambio climático las naciones pactaron el siguiente mecanismo de cooperación: la elaboración de un Plan de Acción para la Reducción de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos para finales de 2025 y contribuir en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad para 2030.

En tercer lugar, con respecto al fortalecimiento de la competitividad, los gobiernos se comprometieron a crear el primer foro trilateral sobre semiconductores, el cual incluirá a representantes de alto nivel del sector y la participación gubernamental del gabinete de Estados Unidos, México y Canadá. Esto con el propósito de forjar cadenas de suministro regionales más sólidas, así como promover la inversión específica en industrias, tales como los semiconductores y las baterías de vehículos eléctricos. Asimismo, los mandatarios anunciaron la creación de un comité para impulsar la sustitución de importaciones. Este comité estará compuesto por 4 expertos por país. El comité tiene como objetivo buscar la autosuficiencia económica en América del Norte con respecto a China y otros países.

En cuarto lugar, con respecto al tema de la migración, las naciones adoptaran los siguientes mecanismos de cooperación: la finalización y la aplicación del Plan de Acción Trilateral para la Ampliación de las Alianzas para el Desarrollo, el cual busca abordar las causas profundas de la migración irregular. Este mecanismo abarca toda la región de América Latina y está acompañado de la creación de un centro en el sur de México que cuenta con apoyo del sector privado. Asimismo, México y Estados Unidos convinieron en la creación de un Programa de Trabajadores Agrícolas de Temporada. Un mecanismo similar existe entre México y Canadá desde 1974.

En quinto lugar, sobre el tema de seguridad, México, Estados Unidos y Canadá convinieron en reanudar el diálogo sobre la Estrategia de América del Norte para Combatir la Trata de Personas. Asimismo, las naciones acordaron continuar y actualizar el Diálogo de América del Norte sobre Política de Drogas (NADD), esto incluye la celebración de reuniones de los directores del NADD y de una cumbre trilateral de salud pública. Otro mecanismo relevante es el establecimiento de una postura unificada en lo relativo a la recopilación e intercambio de registros de nombres de pasajeros.

Por último, en sexto lugar, en el ámbito de la salud, los Estados norteamericanos convinieron en la revisión del Plan de América del Norte para la Gripe Animal y Pandémica (NAPAPI, por sus siglas en inglés) para mejorar la prevención, preparación y agilizar la respuesta a las emergencias sanitarias en América del Norte.

Por otro lado, en términos generales, la X CLAN sirvió para para sentar las bases para atender problemas vigentes, aunque no haya medidas concretas fuera de las mencionadas anteriormente. Asimismo, existe una escasez de compromiso trilateral en distintos temas. Por ejemplo, la regulación de la migración laboral aún sigue fragmentada en dos programas de trabajadores agrícolas de temporada. Por un lado, el que existe entre México y Canadá y ahora el anunciado entre Estados Unidos y México. Esto obedece a las características divergentes de las relaciones bilaterales. Es decir, a la relación histórica en el ámbito de la migración que ha tenido México y Estados Unidos, la cual ha significado un problema para Washington, cosa que no ha ocurrido la mayor parte del tiempo entre México y Canadá. De la misma forma, en el ámbito de la regulación de la migración, los esfuerzos conjuntos destacan la participación de México como receptor de migrantes de Centroamérica. A la vez que el enfoque concuerda con el objetivo del gobierno del presidente mexicano de hacer énfasis en el desarrollo de los países expulsores de migrantes. En este ámbito, las estrategias anunciadas por los países norteamericanos podrían fortalecer el desarrollo regional y continental.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el tema de la seguridad son la continuación de mecanismos ya existentes. En este sentido, a corto plazo no debería esperarse una estructura institucional regional que atienda los problemas de seguridad de América del Norte. Las razones estriban en que Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad. En la misma área, hubo temas relevantes desplazados en la reunión, tales como el tema sobre regulación de uso y venta de armas en Estados Unidos.

"Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad."

Por otra parte, con respecto al tema de la salud, las naciones poseen una amplia experiencia para resolver los problemas de forma conjunta, como fue con la H1N1 en 2001. Reforzar las líneas de acción con base en la NAPAPI podría asegurar medidas efectivas regionales para contrarrestar futuras amenazas a la seguridad sanitaria de los ciudadanos en América del Norte. Sin lugar a dudas, esta es una vía deseable en América del Norte en contraposición a las medias adoptadas por la administración Trump durante la pandemia del COVID-19.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el ámbito de derechos humanos y medio ambiente quedan opacados por la importancia que se le brindó al ámbito económico. Parece ser que el eje de la X CLAN son los semiconductores. El impulso a la industria de semiconductores por medio del panel de expertos pactado podría representar un avance significativo que posicione a América del Norte como una región autosustentable y competitiva en el ámbito de las mercancías derivadas de este sector. Esto beneficiaria a México y a sus socios norteamericanos y contrarrestaría la influencia de China en la región.

En conclusión, hay que destacar que la Cumbre de Líderes de América del Norte sirve para reforzar procesos que darán resultado en el futuro. Asimismo, depende de la voluntad política de los mandatarios y del seguimiento que se le den a los acuerdos y mecanismos propuestos. Sin lugar a dudas, con la misma celebración de la CLAN las naciones ganan. Sin embargo, eso no significa que América del Norte como región vaya a tener un desarrollo significativo como resultado. La construcción de instituciones regionales para atender problemas comunes depende de mucho más que de la celebración de esta reunión trilateral. En este sentido, la idea de una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad norteamericana es relevante para favorecer la construcción de instituciones regionales. Aunque la misma celebración de la X CLAN expresa la idea de una comunidad de intereses, así como la buena voluntad para dialogar desplazando los temas controversiales en las relaciones, no ofrece de forma explícita la idea de América del Norte como región y, en su lugar, refleja la búsqueda del interés nacional de cada nación. Pese a lo anterior, la X CLAN trae consigo la oportunidad de que México y Canadá tengan un mayor acercamiento y la proyección de que México, al lado de sus socios norteamericanos, puede tener un papel de liderazgo en el hemisferio occidental.

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El pasado 6 de enero se cumplieron dos años de la toma del Capitolio en Washington, por parte de grupos de ultraderecha afines a Donald Trump, que no reconocieron los resultados electorales de noviembre del 2020 en los que resultó victorioso el candidato demócrata Joe Biden. El asalto se produjo momentos después de que el entonces presidente republicano pronunció un discurso en el que responsabilizó al congreso por supuestamente permitir un golpe a la democracia de su país, y literalmente incitó a sus seguidores a marchar hasta el Capitolio. Estas y otras evidencias fueron recopiladas por el comité de la Cámara de Representantes que investiga desde entonces la responsabilidad del magnate y empresario ante lo que fue considerado un intento de golpe de Estado. Trump también es investigado por violar la Ley de Espionaje, obstrucción de la justicia y destrucción de documentos considerados de seguridad nacional. De proceder los cargos, el exmandatario podría desde ser multado hasta inhabilitado para ocupar cargos políticos.

De manera bastante similar, el 8 de enero de este 2023 grupos conservadores de ultraderecha asaltaron la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia, la capital política del país suramericano a unos días de que el izquierdista Luis Ignacio Lula Da Silva juramentó para su tercer mandato presidencial. Simpatizantes del ahora expresidente Jair Bolsonaro lograron acceder de manera violenta en el Salón Verde de la Cámara de Diputados, pero fueron frenados al intentar tomar el Palacio de Planalto, la sede del poder ejecutivo. Pese a que el ahora exmilitar retirado de origen paulista se encontraba en Estados Unidos el día de la trifulca política, incluso desde dos días previos a finalizar su mandato, la Suprema Corte brasileña autorizó investigarle debido a un video en el que cuestionó los resultados y a las instituciones electorales del país, así como el haber justificado los bloqueos y protestas en respuesta al triunfo de Lula Da Silva. Esta investigación se sumó a otras cuatro pendientes con las que que el exmandatario ya acumula cinco procesos penales en su contra.

Para ambas situaciones, la comunidad internacional se pronunció en contra de la violencia, en favor de la voluntad democrática y el quehacer de las instituciones para la resolución pacífica de las divergencias políticas. El apoyo de líderes del continente y de buena parte de los países occidentales se demostró casi al instante en comunicados y discursos políticos con diferentes tonos y matices. En este punto, es necesario destacar cuáles fueron las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ante estas crisis políticas, en las que de una u otra forma su afinidad ideológica y trayectoria política son determinantes para comprender sus posturas y acciones ante estos sucesos.

En el caso de Estados Unidos, López Obrador prefirió ser cauteloso en pronunciarse sobre el triunfo electoral de Biden a pesar de que los resultados se consideraron contundentes al finalizar los escrutinios electorales, apenas un par de días de la votación, debido a varias causas explicadas a continuación. Por una parte, la demora en reconocer el triunfo ineludible del candidato demócrata puede explicarse por el acercamiento que Andrés Manuel tuvo con Trump, que llegó al punto de oficializar su primera visita fuera del país para atender la entrada en vigor del T-MEC en Washington, durante los primeros meses de la pandemia de Covid-19, y apenas unos meses previos a la contienda electoral. Es necesario recordar que se pronosticó un choque entre ambos líderes debido a sus manejos nacionalistas y populistas de la política interna y externa, el cual tuvo un inicio estrepitoso con la imposición de aranceles como medida de Trump para frenar la inmigración irregular que atraviesa por territorio mexicano, y que culminó con el despliegue de la Guardia Nacional para contener dichos flujos migratorios, especialmente en la frontera sur.

Por otro lado, esta dilación de reconocimiento político-electoral se explica también por el hecho de que Trump alegó que iría a los tribunales ante lo que consideró un fraude electoral, de manera similar a lo sucedido en México durante las elecciones presidenciales del año 2006. En aquella contienda compitió por primera vez el líder mexicano de izquierda, y al final de la cual los líderes internacionales se precipitaron a reconocer a Felipe Calderón, candidato del Partido Acción Nacional ante una diferencia de votos muy estrecha, pese a las exigencias de los partidos políticos y un sector importante de la sociedad por una revisión al proceso electoral. El presidente López Obrador reservó sus opiniones durante varias de las conferencias mañaneras que ofrece casi a diario, con el argumento que debía respetar el cierre de procesos electorales para entonces sí pronunciarse al respecto del entonces nuevo presidente de Estados Unidos. Un día después del asalto al Capitolio, el presidente mexicano se limitó a declarar que no sostenía una postura al respecto, que no intervendría en asuntos internos, y que únicamente lo haría en favor de la paz y la democracia.

No obstante, el comportamiento y declaraciones de AMLO fueron muy distintos en los procesos electorales de Brasil, así como los de Colombia y Chile, en los cuales el presidente no dudó en mostrar su apoyo a los candidatos con los que comparte afinidad ideológica. Cabe mencionar que sí existió un distanciamiento entre el gobierno brasileño de Bolsonaro, Iván Duque de Colombia, y Sebastián Piñera de Chile, con el del mandatario mexicano, cuyas relaciones quedaron reducidas o perpetuadas en meramente términos diplomáticos formales, o las relaciones económicas preestablecidas. Para el caso concreto de Lula Da Silva, en las mañaneras del presidente, hubo alusiones con favoritismo hacia este candidato desde meses previos a la contienda electoral, con el que incluso se reunió el 2 de marzo de 2022 en Palacio Nacional. Asimismo, AMLO se pronunció claramente a favor de Lula apenas finalizada la primera vuelta electoral en Brasil, y al terminar la segunda vuelta establecieron una llamada telefónica el 31 de octubre para estrechar lazos políticos, en medio de protestas y bloqueos emergiendo en un Brasil muy dividido. A pesar de este acercamiento, Andrés Manuel tampoco fue a la toma de protesta del brasileño y en su lugar envió a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller en su representación.

"AMLO se pronunció claramente a favor de Lula apenas finalizada la primera vuelta electoral en Brasil, y al terminar la segunda vuelta establecieron una llamada telefónica el 31 de octubre para estrechar lazos políticos, en medio de protestas y bloqueos emergiendo en un Brasil muy dividido."

Durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, celebrada entre el 9 y l0 de enero, el presidente mexicano aprovechó la presencia del primer ministro canadiense Justin Trudeau y del presidente Joe Biden para reiterar su apoyo al presidente Lula Da Silva, e involucrar a los líderes de la región en este apoyo a las instituciones brasileñas. Tal parece que el desgaste político que sufrió Biden por los costes de la guerra en Ucrania, así como las complicaciones económicas derivadas de la misma, sumadas a las pendientes por la pandemia y la guerra económica con China, le han orillado a fortalecer los vínculos con México y Canadá, lo cual aumenta el poder de negociación que tiene México para fijar ciertas posturas que en otros momentos coyunturales le habrían enfrentado con Washington.

Lo ocurrido recientemente en Brasil, así como en Estados Unidos, presupone también la evidencia de una división social creciente, que es a su vez producto de la polarización política instigada en buena medida por el discurso de los líderes políticos, y que deja un cúmulo de lecciones importantes para el resto de países de la región, en especial para México.

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El comercio entre Canadá, Estados Unidos y México se impulsa por el intercambio de bienes tangibles y un creciente número de bienes intangibles. En este marco, se consideró la definición de reglas sobre el comercio electrónico entre los tres socios durante los trabajos de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Por lo que, la presión ejercida por el gobierno estadounidense, principalmente, y la inercia del comercio internacional obligaron a México a posicionar al comercio electrónico como parte de su agenda de política exterior a partir de 2020; lo cual representa un área de oportunidad en materia económica y en el desarrollo de políticas públicas para el país.

Durante los 26 años de vigencia del TLCAN ocurrieron dos hechos clave. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) estadounidenses y canadienses se beneficiarían ampliamente del mercado regional. Mientras que, el uso de Internet y las telecomunicaciones alcanzarían su máximo desarrollo y transformarían, entre otras cosas, al comercio internacional.

Cifras de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos señalan que en 2018 hubo 89,492 PYMES que exportaron a Canadá y 53,682 PYMES que exportaron a México. Por su parte, el gobierno canadiense informó que en 2019 la mayoría de empresas exportadoras dirigieron sus ventas hacia Estados Unidos y 97% de ellas eran PYMES; mientras que del total de empresas que exportaron a México, 89% fueron PYMES.

Previo a la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el 1 de julio de 2020, las tendencias de participación de las PYMES en el mercado norteamericano mostraron un comportamiento favorable para Estados Unidos y Canadá. Por otro lado, el comercio electrónico y las PYMES ya formaban parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica firmado por Canadá, Estados Unidos, México y otros ocho países en 2016. Aunque Estados Unidos se retiró, tras la llegada de Donald Trump a la presidencia, los textos de ambos temas se utilizaron para la redacción de los capítulos 19 y 25 del T-MEC.

La OCDE (2019) define al comercio electrónico o e-commerce como “la venta o compra de bienes o servicios que se realiza a través de redes informáticas con métodos específicamente diseñados para recibir o colocar pedidos”. Con base en esta definición, el capítulo 19 del T-MEC reconoce la importancia de promover el crecimiento económico por medio del comercio digital, la eliminación de obstáculos para su uso y el desarrollo de marcos de protección para los consumidores.

La definición de PYME varía de acuerdo al número de personal, ventas, ingresos y sector de las empresas. A pesar de las diferencias conceptuales de PYME, para Canadá, Estados Unidos y México dichas empresas constituyen la base de sus economías. Es así que, en el capítulo 25 del T-MEC se enfatiza la colaboración entre los Estados miembros para facilitar el acceso de las PYMES a nuevos mercados a través del comercio electrónico, mediante la reducción de la burocracia. En este marco, se acordó celebrar comités anuales sobre PYMES para favorecer el acercamiento entre los gobiernos y otros actores de interés.

Actualmente, existen alrededor de 30 millones de PYMES en Estados Unidos que emplean a 60 millones de personas. En Canadá, las PYMES constituyen la mayoría de las empresas en el país y dan empleo a poco más de 10 millones de canadienses. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las PYMES representan 97% de las empresas en México y en 2019 había 4.9 millones de establecimientos con 27 millones de personas ocupadas. De ese total, sólo 1% logra exportar.

Las medidas de distanciamiento social por COVID-19 potencializaron el crecimiento del comercio electrónico. De acuerdo con Wilson Center, las ventas digitales en México subieron 170% entre marzo y diciembre de 2020; mientras que 50.7 millones de mexicanos gastaron US$28 mil millones. Datos de Statistics Canada indicaron que en 2021 hubo 27 millones de usuarios de comercio electrónico, es decir, 72.5% de la población canadiense y cuyas ventas minoristas alcanzaron un máximo histórico de US$3,820 millones en 2020. Cifras del Departamento de Comercio de Estados Unidos señalaron que las ventas de comercio electrónico en 2021 se duplicaron con respecto a 2019 con un valor de US$870 mil millones.

El auge del comercio electrónico representa una oportunidad para la inserción de las PYMES a las cadenas globales de valor. Es decir, en lugar de producir bienes desde cero, se espera que la empresa sólo se enfoque en llevar a cabo una etapa de todo el proceso productivo. El éxito de las PYMES de Estados Unidos y Canadá, desde antes del boom del comercio electrónico, atendió a la inversión en innovación, protección de la propiedad intelectual, conexión con los consumidores finales y apoyo gubernamental a través de programas como CanExport y The United States Commercial Service. Mientras que, en materia de comercio electrónico han buscado adaptarse a áreas clave como: compras híbridas, ciberseguridad, migración a pagos móviles y marketing digital.

Las PYMES mexicanas no sólo no forman parte de las cadenas de valor a nivel global ni regional, sino que sobreviven en la informalidad. La falta de un marco regulatorio en materia laboral y fiscal, de capacitación, de financiamiento, de un Estado de derecho que proteja a los empresarios de extorsión, entre otros, inciden en el fracaso de las PYMES. Además, las pocas PYMES que logran exportar suelen orientarse a bienes y servicios básicos carentes de innovación, que fácilmente pueden ser reemplazados por otros competidores.

Aunque la celebración del primer comité PYME en octubre de 2021 fue un acierto para favorecer el acercamiento entre los gobiernos y otros actores de interés, México es el socio al que se le debe prestar especial atención. Es fundamental que, en este marco, se le otorgue mayor peso al Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario de la Secretaría de Economía con un enfoque orientado al fomento de la innovación y protección de la propiedad intelectual.

 

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Monday, 11 April 2022 22:49

Signos de una política exterior errática

La política exterior, entendida como el conjunto de acciones, decisiones, estrategias y posicionamientos que lleva a cabo un estado más allá de sus fronteras con el objetivo de coadyuvar a la consecución del interés nacional debiera, en sentido estricto, promover y defender las aspiraciones de una nación en su conjunto y no los intereses o caprichos de un grupo o los de la administración en turno. Idealmente, al menos en el caso mexicano, la política exterior debiera ser el instrumento que impulse el desarrollo nacional e impacte favorablemente las condiciones de vida de toda la población.

Ya desde el siglo XIX, en México se reconocía la estrecha y continua relación con Estados Unidos de América, no sólo por la proximidad geográfica sino por la intensidad de los temas en la agenda bilateral. Durante el siglo XX, esta relación se fue profundizando, haciéndose más compleja e interdependiente. Para México, la relación con el vecino del norte es prioritaria. Estados Unidos es el socio comercial número uno, además de asuntos de seguridad, migración, narcotráfico, tráfico de armas, tránsito de personas, paradiplomacia transfronteriza, inversión extranjera, cooperación tecnológica, agenda energética y decenas de temas más que se suman a las dinámicas bilaterales. El gobierno de la llamada Cuarta Transformación no puede seguir ignorando esta realidad y menos aún ponerla en riesgo, tal y como lo ha hecho en lo que va de la presente administración.

Muchas son las acciones que dan claros signos de una política exterior errática tanto espacios bilaterales y multilaterales. Baste recordar que en la reunión de los llamados “tres amigos” en noviembre pasado, el tema de China fue parte de las discusiones de los representantes del T-MEC, siendo la posición de México en voz de Andrés Manuel López, preocupante, al señalar a China como “una amenaza toda vez que su crecimiento económico y el control que tiene del mercado mundial es una desproporción inaceptable y un riesgo para todos, particularmente para América del Norte”. Pareciera que el presidente desconoce que el gigante asiático es nuestro segundo socio comercial.

Frente a Europa, otro socio estratégico, también se han cometido desaciertos como el comunicado emitido desde la oficina de la presidencia en la que se les llama “borregos” a los parlamentarios europeos a raíz de las observaciones que hicieran respecto a la inseguridad en México particularmente en torno a los periodistas. Nuevamente el ejecutivo, sin pasar por la Cancillería, incurre en faltas a las prácticas diplomáticas por lo ofensivo del comunicado, que se suma a los continuos reclamos a España y al Vaticano al demandarles disculpas para el pueblo mexicano por lo que llama “agravios históricos” cometidos durante la conquista.

El posicionamiento de México frente a la guerra de Rusia y Ucrania vuelve a evidenciar la falta de rumbo de la política exterior. Bajo una extraña interpretación del principio de no intervención, López Obrador se ha negado a implementar sanciones contra Rusia, al tiempo que las juventudes morenistas del Estado de México difundieron un comunicado en el que apoyaban la invasión a Ucrania, a lo que se suma la instalación del Grupo de Amistad México-Rusia en el Congreso de la Unión por iniciativa de diputados mayoritariamente morenistas. Un respiro frente a esta serie de desatinos lo ofrece el representante de México en las Naciones Unidas, el embajador Juan Ramón de la Fuente, quien lleva a cabo enconados esfuerzos en el Consejo de Seguridad para mantener una posición congruente con lo que ha sido la tradición de política exterior mexicana. No obstante, esto no logra mitigar lo ya referido, ni el “aparente” silencio del Canciller, quien parece estar más preocupado por su carrera para el 2024.

Frente a Estados Unidos, la lista de desaciertos crece sistemáticamente, así como el abordaje disímbolo de temas como la transición a energía limpias, las agendas verdes, la reforma energética, la cuestión migratoria, además de la lucha contra las bandas del crimen organizado. Los desacuerdos aumentan y declaraciones como la de Ken Salazar, embajador de México en Estados Unidos, al afirmar que “México no puede estar cercano a Rusia”, evidencian la tensión entre ambos países.

Urge reencausar la agenda de política exterior en todos los ámbitos y reconocer que nuestra prioridad es mantener en los mejores niveles de entendimiento y cooperación los vínculos con Estados Unidos, lo cual no significa doblegarnos a sus intereses, sino reconocer la realidad que los imperativos geopolíticos demandan.

 

 

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La llamada telefónica sostenida por los presidentes Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Joseph Biden del 22 de enero de 2021, la reunión virtual entre ambos mandatarios del 1 de marzo de 2021, así como la participación de López Obrador en la cumbre virtual sobre cambio climático del 22 y 23 de abril de 2021 convocada por el presidente Biden son muy indicativas del momento en el que se encuentra la relación bilateral México-Estados Unidos: fueron intercambios necesarios para ambos mandatarios que, aunque cordiales, fueron muy generales y relativamente fríos. ¿Qué conclusiones se pueden derivar de estos tres encuentros?

Para entender el tenor de estos intercambios, en primera instancia es necesario recordar las máximas prioridades de la administración Biden: primero y antes que nada, busca atender las tres profundas crisis nacionales que está enfrentando Estados Unidos: salud (Covid-19), económica (por la recesión generada por el Covid-19) y social (con niveles no vistos en décadas de fragmentación y polarización social y política); segundo, buscar solución a cuatro crisis internacionales: migración (fundamentalmente los flujos migratorios irregulares desde Centroamérica y México), de gobernanza global (por la crisis en las instituciones multilaterales), de cambio climático y la competencia por el liderazgo mundial (frente a China).

Aun ante las reiteradas acciones de AMLO hacia Biden y los demócratas del último año (visita a Trump en tiempos electorales en julio de 2020; retraso en la felicitación ante el triunfo electoral de Biden; ofrecimiento de asilo a Assange; carta de felicitación fría y más bien dirigida a la audiencia mexicana; caso Cienfuegos —sin proceso judicial en México, publicación del expediente confidencial y crítica a sistema judicial de Estados Unidos en la integración del mismo—; Ley de Seguridad Nacional obligando a agentes extranjeros, principalmente estadounidenses, a informar a la SRE sobre sus actividades y hallazgos; falta de condena a la toma del Capitolio pero crítica a las redes sociales por coartar la libertad de expresión del Presidente Trump, entre otros), la administración Biden aceptó tener la segunda llamada telefónica del presidente con un Jefe de Estado extranjero (tras Canadá) el 22 de enero de 2021 y la segunda reunión virtual (nuevamente, después de Canadá) el 1 de marzo de 2021, con México. Además, AMLO fue incluido entre los 40 líderes participantes en la cumbre virtual sobre cambio climático del 22 y 23 de abril de 2021. Esto es reflejo de dos puntos fundamentales: primero, Biden es un político profesional y, segundo, que entiende que su relación con México (y Canadá) es interméstica.

Con respecto al primer punto, el profesionalismo de Biden como político significa que conducirá las relaciones de Estados Unidos con el mundo (y particularmente con México) a través de las instituciones del Estado y sus burocracias especializadas. Esto es fundamental para México (y el mundo), ya que generará certidumbre y predictibilidad en las acciones externas de Estados Unidos. En lo referente al segundo punto, el que la relación sea interméstica significa que Biden entiende que lo sucede en las políticas internas de México y Estados Unidos impacta a la relación bilateral. Esto implica que la relación bilateral es de alta complejidad, ya que incluye todos los temas de agenda nacional de ambos países y una multiplicidad de actores de los sectores público (de los tres poderes de la unión a nacional, pero también gobiernos estatales y locales), privado (empresas transnacionales y medios), social (organizaciones sociales, sindicales y academia).

La suma de estos dos puntos demuestra que Biden está consciente de que requiere de la cooperación de México (y Canadá, además de otros socios estratégicos europeos y asiáticos), para la solución de sus máximas prioridades domésticas (particularmente las crisis de salud y económica) e internacionales (especialmente el tema migratorio, gobernanza multilateral, cambio climático y la competencia de China). Por ello, aun ante las acciones poco amistosas de AMLO, la administración Biden decidió llevar a cabo la llamada telefónica y la reunión virtual con México, sólo después de Canadá, además de invitar a México a la cumbre virtual sobre cambio climático.

Los comunicados conjuntos derivados de la llamada telefónica y la reunión virtual, así como el video de la segunda, son igualmente indicativos de los temas prioritarios en la relación México-Estados Unidos con la llegada de la administración Biden: aquéllos que requieren de la cooperación con México para atender las prioridades de política interna (crisis de salud y económica) y externa (migración, cambio climático y China) de Estados Unidos. Dado que se trataba de reuniones públicas, cada uno de estos temas fue tratado de manera muy general, pero con claras indicaciones del rumbo de la relación bilateral. Los detalles de su ejecución se definirán por los canales institucionales establecidos, en privado y fuera de los reflectores.

Con respecto a la cumbre de cambio climático, el presidente Biden tuvo la cortesía de invitar al presidente AMLO entre los 40 líderes convocados, mandando una clara señal sobre la importancia que los temas medioambientales tendrán en la agenda interna e internacional de Estados Unidos. Desafortunadamente, el presidente López Obrador no entendió la relevancia del evento, cometiendo tres fallas protocolarias de forma y fondo. Primero, cometió una gran descortesía: sólo escuchó las presentaciones del presidente Biden y la vicepresidenta Harris, incluyéndolas en el marco de su conferencia mañanera del 22 de abril, ausentándose durante las presentaciones de los demás jefes de Estado y gobierno participantes. Segundo, su mensaje no enfatizó los temas centrales de la cumbre: no habló sobre los compromisos de México para la reducción de gases de efecto invernadero y la promoción de energías limpias y renovables, sino que compartió la experiencia de su programa insignia de reforestación “Sembrando Vidas” y la reducción en la producción petrolera mexicana. Finalmente, tercero, sus palabras estuvieron fuera de contexto: incluyó un tema ajeno a la cumbre, la migración irregular de centroamericanos a través de México hacia Estados Unidos, proponiendo a Biden que invierta en la ampliación del programa “Sembrando Vidas” a Centroamérica, ofreciendo visas de trabajo temporales a quienes participen en este programa por tres años y luego residencia o nacionalidad estadounidense tras tres o cuatro años adicionales.

Dado que había conocimiento previo por parte de Estados Unidos sobre estos tres puntos, no es de sorprender que el presidente Biden haya abandonado la sala cuando hablaba el presidente mexicano. En diplomacia, la reciprocidad y el protocolo son la base de toda negociación y cooperación: si el presidente AMLO no tuvo la cortesía de escuchar a sus homólogos y dedicar su mensaje al tema central de la cumbre, no podía esperar un trato especial por parte de su anfitrión. Jorge Castañeda lo llamo “el terrible desaire de Biden a AMLO” en su artículo en Nexos del 22 de abril; yo lo llamo simple y llana reciprocidad diplomática.

En suma, los intercambios entre Biden y AMLO en los primeros 100 días de la presidencia del presidente Biden (llamada telefónica, reunión virtual y cumbre sobre cambio climático) son muy indicativos del estado actual de la relación bilateral: están llenos de retórica de cordialidad (amistad, vecindad, cooperación, compromiso), pero han sido excesivamente generales, sin establecer acciones precisas. Sin embargo, reflejan claramente que las prioridades en la relación bilateral con la llegada de Biden (por la complejidad de esta relación interméstica) serán aquéllas que requieran de la cooperación con México para solución de las máximas prioridades de política interna (crisis de salud, económica y social) e internacional (crisis migratoria, cambio climático, gobernanza multilateral y China) de los Estados Unidos. Todavía es tiempo, aunque cada vez el intervalo de cooperación se esté reduciendo aceleradamente, de que México entienda estas prioridades, buscando los mecanismos de concertación con Estados Unidos que sirvan para atender estas crisis compartidas entre ambos países, para promover el bienestar y desarrollo de México.

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La red consular de nuestro país en Estados Unidos, compuesta por 50 oficinas y una sección consular de la embajada de México en Washington, forma parte de una política exterior de Estado fraguada de forma paulatina desde finales del siglo XX para atender a unas 11 millones de personas nacidas en territorio mexicano1 y que se ha convertido en una herramienta fundamental en estos tiempos de pandemia para los connacionales, a pesar de los recortes de personal y de recursos que ha venido sufriendo en los últimos años.

Los consulados tienen como principales funciones brindar servicios de asistencia y de protección (como asuntos civiles, localización de compatriotas, defensoría legal en materia de derechos civiles, humanos, laborales, traslado de reos y de restos humanos en casos de defunción de connacionales en la Unión Americana), otorgar documentación (pasaportes, matrículas consulares, servicios notariales, registro civil, credencial de elector, visas, etcétera), y en las últimas décadas también se han dedicado a otras labores, entre ellas organizar jornadas de salud en favor de los mexicanos, talleres sobre finanzas, eventos culturales, programas educativos y promover relaciones públicas con actores de la sociedad estadounidense en beneficio de México.

Durante la crisis sanitaria que ha azotado al mundo desde inicios de 2020, la red consular mexicana ha sido fundamental para otorgar información a connacionales por medio de sus páginas en Internet, del correo electrónico y de la habilitación de líneas de emergencia, pero también al apoyar en el traslado de los restos de cientos de mexicanos que perdieron la lucha ante el virus SarsCov-2, causante de la enfermedad Covid-19. Basta recordar que enero de 2021 se habían contabilizado alrededor de 3 mil 500 muertes de mexicanos por la pandemia en Estados Unidos, según datos de la propia Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

Durante el primer tercio de 2021, decenas de consulados mexicanos llegaron a acuerdos con autoridades estatales y municipales de Estados Unidos para que se pudieran aplicar vacunas a los mexicanos que radican en el vecino país del norte, sin importar su condición jurídica o su estatus migratorio, lo que beneficiará también a paisanos detenidos en centros de detención migratorios y penitenciarios, a trabajadores considerados esenciales (en sectores como el de la agricultura), personas hospitalizadas, adultos mayores e indígenas.

Las gestiones de los diplomáticos mexicanos han permitido que instalaciones de algunos consulados se hayan convertido en clínicas de vacunación contra Covid-19. Uno de los casos más recientes es el del Consulado General de San Diego, cuyo patio funciona como centro de aplicación del antígeno desde el 24 de marzo pasado, con lo que se sumó a otros espacios similares en los consulados mexicanos de Atlanta, Boise, Denver, Houston, Las Vegas, Los Ángeles, Nueva Orleans, Orlando, Phoenix, Sacramento, Salt Lake City y Saint Paul.

Hasta el 25 de marzo de 2021, de acuerdo con datos de la propia SRE, se habían logrado inmunizar a ocho mil compatriotas en algunas de las sedes consulares mexicanas, mismas que a pesar de la pandemia continúan también con un programa exitoso surgido en 2003, las llamadas Ventanillas de Salud, por medio de las cuales se realizan jornadas sistemáticas de atención para mexicanos vulnerables y sin acceso a servicios médicos en la Unión Americana, con el apoyo de autoridades estatales y municipales, así como de la iniciativa privada y de organizaciones no gubernamentales.

En síntesis, la labor consular es un pilar de la política exterior del Estado mexicano desplegada para atender a su diáspora, cuya valía social y económica se refleja cada día en México debido a los fuertes lazos de los paisanos en Estados Unidos con sus comunidades de origen y al envío de remesas a territorio mexicano, mismas que en 2020 superaron los 40 mil millones de dólares, por arriba de los ingresos de divisas obtenidos por turismo, inversión extranjera directa y ventas de petróleo.

A pesar de lo antes mencionado, la política de austeridad republicana emprendida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador dificulta las labores de la diplomacia mexicana, en general, y de los consulados, en particular. En 2019 se sufrió un recorte de 300 millones de pesos en el presupuesto de la Cancillería, pese a la promesa del presidente de convertir a los consulados en procuradurías promigrantes. La medida afectó en especial las labores de protección, asistencia y servicios para los mexicanos en el exterior y los gastos en servicios personales en materia consular.

En el Presupuesto de Egresos de 2020, la SRE tuvo una recuperación al recibir $8,723,637,695, por arriba de los $8,532,283,876 que se le asignaron en 2019, sin embargo, de nueva cuenta en el presupuesto de 2021 se redujo lo asignado a la Cancillería, esta vez en un 10 por ciento, para quedar en $8,121,231,865.

La diplomacia es una inversión que retorna en forma de capitales extranjeros, de prestigio internacional y de relaciones internacionales estables, además, es una herramienta esencial para proteger y mantener la vinculación con la diáspora mexicana en el extranjero, por ende, el gobierno federal tendría que garantizar los recursos necesarios para que los consulados cumplan con sus actividades, incluso en un contexto de pandemia.

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Notas

1 Los consulados también atienden a descendientes de mexicanos y a extranjeros. Se estima que la población de origen mexicano en Estados Unidos es de 36 millones de personas, de las cuales 11 millones nacieron en México.

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1) Diagnóstico

Luego de las elecciones presidenciales en EE.UU. de 2016 y la llegada de Donald Trump al poder, tuvo lugar un discurso xenófobo y anti-inmigrante, dirigido hacia la Comunidad Mexicana en ese país, así como a los inmigrantes provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador). Asimismo, se incrementaron el número de caravanas migrantes provenientes de los países mencionados hacia EE.UU., por lo que México desempeñó un rol, tanto de país de origen como de un país de tránsito de migrantes.

A partir de la llegada al poder en EE.UU. de Joseph Biden (20/1/2021), se presentó una moderación en el discurso norteamericano, sin embargo, el trasfondo de mantener cerrada la frontera no cambió. En su discurso, la encargada de la Frontera Sur de EE.UU., Roberta Jacobson, enfatizó que la frontera permanecía cerrada y realizó una invitación para que los inmigrantes se desplazaran a territorio estadounidense.1 Por lo tanto, México se encuentra en una posición de Estado Tapón (buffer state) ante el actual fenómeno migratorio, en el cual, los países vecinos mantienen sus posiciones históricas, más allá de giros coyunturales en materia de discurso.

2) Proceso de toma de decisiones

El gobierno de México propuso la aplicación del Programa “Sembrando Vida” en el Triángulo Norte de Centroamérica, y luego de un período de 3 años, solicitar una Visa de Trabajo en EE.UU., como estrategia para reducir los flujos migratorios hacia ese país.2 Asimismo, también se ha aceptado la posibilidad de apoyar en la constitución de un fondo que garantice la liquidez de los países mencionados, inviertan en programas sociales y de desarrollo, para que en el mediano plazo reduzcan los flujos migratorios hacia México y los Estados Unidos.

Durante el año 2020, EE.UU. intentó establecer en México el mecanismo “Tercer País Seguro”, según el cual, México ofrecería asilo temporal a los inmigrantes de Centroamérica y otros países, en lo que se determinaba su situación legal en EE.UU. Posteriormente, los inmigrantes podrían ser recibidos con una visa o permiso de residencia (green card) en ese país.

En suma, es importante mencionar que en mayo del año en curso tendrá lugar la visita a México del Presidente de Guatemala, Gerardo Giammatei, y la llamada telefónica con el Presidente Cubano; Miguel Díaz Canel (3.5.2021).3 También se celebrará la Cumbre [virtual] entre el Presidente Mexicano y la Vicepresidenta de los EE.UU., Kamala Harris (7.5.2021), en donde se aprecia que México está realizando una Diplomacia Activa con relación a sus países vecinos.

3) Recomendaciones de Política Pública

Por su parte, la migración del Triángulo Norte de Centroamérica hacia los EE.UU. es un problema interméstico (combina dimensiones de política nacional con política internacional), por lo que la solución al problema de las caravanas y al estatus de los inmigrantes en EE.UU. requiere de un enfoque multidimensional. Se recomienda que México desarrolle una estrategia similar al Mecanismo de Tuxtla (Años 90’s) o al Plan Puebla Panamá (Años 2000’s). Por otra parte, es igual de importante plantear soluciones multilaterales en lugar de bilaterales.

Por otra parte, no se puede olvidar la colaboración con los actores locales, tanto en la frontera norte como en la frontera sur del país. Ejemplo de ello son: los gobiernos municipales, estatales o las Organizaciones No-Gubernamentales enfocadas en el apoyo al migrante.

Finalmente, México demanda una política pública que diseñe un marco estratégico por medio de prioridades y acciones a través de un orden coherente, mismos que cobrarían mayor relevancia si logran establecer metas alcanzables en el corto y en el largo plazo que beneficien a la población de Guatemala, Honduras y El Salvador.

De igual manera, EE.UU. requiere de evidencia medible y cuantificable sobre una política pública que se traduzca en una mejor regulación y aplicación ordenada de una política migratoria integral, que además de beneficiar a su país, también garantice el respeto a los Derechos Humanos y las garantías individuales de los migrantes.

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Notas

1 Karla Guerrero (23.03.2021). “Frontera de EU está cerrada: Roberta Jacobson a migrantes; “no vengan”, advierte”, en Milenio Diario (en línea): https://www.milenio.com/politica/roberta-jacobson-migrantes-frontera-eu-cerrada-vengan (Fecha de consulta: 29.04.2021)

2 Redacción (24.04.2021). “EU analizará extensión de ‘Sembrando Vida’ en Centroamérica en cumbre AMLO-Harris”, en El Financiero (en línea): https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/04/24/eu-analizara-extension-de-sembrando-vida-en-centroamerica-en-cumbre-amlo-harris/ (Fecha de consulta: 29.04.2021)

3 Reuters (27.05.2021). “Visita de Alejandro Giammattei a México y llamada con Miguel Díaz-Canel, destaca AMLO en la mañanera”, en El Economista (en línea) https://www.eleconomista.com.mx/politica/Visita-de-Alejandro-Giammattei-a-Mexico-y-llamada-con-Miguel-Diaz-Canel-destaca-AMLO-en-la-mananera--20210427-0047.html (Fecha de consulta: 29.04.2021)

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Monday, 12 April 2021 00:00

Diversificación e Independencia

Desde el surgimiento del Estado Mexicano, por cuestiones de cercanía geográfica e inmediatez, se buscó tener relaciones políticas y económicas con los Estados Unidos e incluso se creyó que sería un amigo y aliado natural. La historia probaría la gran equivocación en la que los padres de la patria primero y, después, los jefes de Estado se encontrarían. Lo cierto es que la vecindad significa tener intereses que a veces son semejantes y, la mayor parte de las ocasiones, antagónicos.

En cualquier caso, el hecho es que en el 2020 el principal socio comercial de nuestro país fue Estados Unidos, seguido por China y en tercer lugar la Unión Europea.1 Si hablamos de la inversión extranjera directa (IED) en el mismo año, el resultado es el mismo con Estados Unidos a la cabeza, después España, Canadá y Alemania.2 Esta relación tan estrecha en términos económicos profundiza nuestra dependencia hacia los estadounidenses y la desigualdad en la compleja relación bilateral.

La vecindad de México con Estados Unidos no se puede cambiar, lo que si podemos hacer es buscar el equilibrio a través de nuestra posición geográfica estratégica y la diversificación. Los indicadores dan señales de que esto es posible, a nivel mundial fuimos el décimo quinto país receptor de IED en 20193, el onceavo exportador a nivel global y las exportaciones mexicanas en América Latina representaron el 43.6% del total de la región.4 Por si esto fuera poco, tenemos once tratados de libre comercio con 46 países, lo que otorga facilidades para que los productos mexicanos accedan a mercados internacionales, que en su totalidad significan el 60% del PIB mundial.5

Si en la época de la colonia, España comerciaba con Asia a través de sus dos principales colonias que fueron la Nueva España y Filipinas, ahora contamos con herramientas que facilitan el intercambio económico con todo el orbe. Además de los datos duros arriba presentados, los avances en tecnología y comunicaciones permiten desplazar los productos y servicios de una manera más rápida y eficiente, la interconectividad ayuda a que en cualquier rincón del planeta se conozca el potencial de México.

Lo que se necesita son políticas públicas que promuevan la exportación y apoyo a productores mexicanos de todo tipo. Cabe señalar que no sólo a empresarios mexicanos de gran calibre o productores agrícolas consolidados que ya exportan, sino a los medianos/pequeños productores y artistas -mal llamados artesanos- de una gama infinita de obras en madera, textiles, cuero, metal y cerámica.

También es necesario que desde la Secretaría de Relaciones Exteriores se promuevan los tratados comerciales ya existentes, que de igual manera que se promociona el turismo, se haga con el potencial que tiene este país.

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Notas

1 SRE, Mexico and the European Union. Disponible en: https://globalmx.sre.gob.mx/index.php/es/relaciones-economicas/comercio-bilateral

2 UNCTAD, World Investment Report 2020. Disponible en: https://unctad.org/system/files/official-document/wir2020_en.pdf

3 Ibídem

4 Proyectos México Oportunidades de Inversión. Disponible en: https://www.proyectosmexico.gob.mx/por-que-invertir-en-mexico/economia-solida/potencia-comercial/

5 Ibídem

 

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