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En el pasado, las relaciones internacionales habían sido asuntos tradicionalmente exclusivos del Estado-nación, al menos en lo que respecta a la seguridad y la defensa de la soberanía. Sin embargo, en los años setenta se da una “revolución transnacional” como la llamó Samuel Huntington. Nuevos actores de naturaleza no estatal surgen en el ámbito internacional y la frontera entre asuntos locales y exteriores se erosiona. Dan visibilidad a problemas reales y locales que de otra manera se quedaban sin atención de la diplomacia estatal.

De esta manera, la paradiplomacia surge y es definida básicamente como todas las actividades internacionales de los gobiernos subnacionales con una variedad de objetivos e intereses. Su principal motivo es la cuestión económica, la segunda es la cooperación descentralizada, y la tercera, cuestiones políticas y nacionalistas.

Las actividades internacionales llevadas a cabo por los gobiernos subnacionales están determinadas por factores internos y externos, tales como la globalización económica y la integración de bloques regionales de libre comercio y acuerdos internacionales que facilitan la inserción de unidades subnacionales a la economía global, o bien los factores político-institucionales que dependen de variable domésticas como el federalismo y la descentralización que les otorgan capacidades legales a las provincias para actuar en el ámbito internacional.

En el caso de Canadá, tiene como cabeza de gobierno a un primer ministro electo con un sistema parlamentario federal y las responsabilidades gubernamentales se dividen entre los gobiernos provinciales y federales. Las responsabilidades federales son responsabilidad de un sistema monárquico y de las ramas Ejecutiva, Legislativa y Judicial del gobierno. El federalismo de Canadá es el resultado de la integración de las provincias del Este y del Oeste, así como Nueva Brunswick y Nueva Escocia y en 1867 se constituye como una Monarquía democrática constitucional con un sistema parlamentario federal. Finalmente en 1982 se crea la Constitución de Canadá. Su diversidad cultural y lingüística siempre han definido a la sociedad Canadiense, siendo notables los francoparlantes en el área de Quebec y una población aborigen de aproximadamente el 3% del total de la población, los cuales se llaman a si mismo naciones y son consideradas como tal por el gobierno federal. También son notables las comunidades de inmigrantes italianos, griegos y chinos. Toda esta comunidad diversa esta contemplada mediante una política multicultural.

En cuanto a economía, todas las provincias canadienses son altamente dependientes del comercio internacional siendo las más activas Alberta, Ontario y Quebec con altos niveles de paradiplomacia que incluye misiones internacionales de comercio e inversiones, asociación con actores extranjeros, acuerdos con gobiernos nacionales e incluso el tener oficinas representativas en el extranjero. La negociación y firma de tratados internacionales es controlada por la rama ejecutiva del gobierno federal y el parlamento federal es el responsable de la implementación, pero las provincias han adquirido el poder establecer acuerdos internacionales.

Las provincias más activas tienen agencias, departamentos y oficinas para manejar su paradiplomacia: Quebec tienen el Ministerio de Relaciones Internacionales; Ontario tiene una Oficina de Relaciones Internacionales y Protocolo; Columbia Británica tiene una Secretaria de Relaciones Intergubernamentales; Nueva Brunswick el Departamento de Relaciones Intergubernamentales e Internacionales; otras provincias como Manitoba y Saskatchewan tiene oficinas mas pequeñas.

Las metas de cada una de las provincias en términos de relaciones internacionales son muy distintas. Las que son más dependientes del comercio internacional tienen mas incentivos para ser mas activas. En el caso de Ontario, tiene 56 misiones comerciales internacionales en alrededor de 20 países. Quebec tiene la mira en el lenguaje y la cultura con un alto nivel de paradiplomacia, habiendo firmado más de 550 acuerdos internacionales con 79 países, 300 de ellos aún efectivos, y una red de 28 oficinas distribuidas en 17 países. Busca reconocimiento y estatus buscando disasociarse de Canadá.

En el caso de Alberta, su involucramiento en la actividad internacional se da a principios de los años 70, cuando establece su primera oficina de asuntos internacionales en Tokio y su gobernador realiza varios viajes de representación a Japón en 1973, Estados Unidos 1976, URSS y Suecia en 1977. En 1972 ya había establecido un departamento especial para atender los asuntos internacionales. Promovían visitas tales como Margaret Thatcher, o la delegación soviética con Mikhail Gorvachov a su provincia.

De esta manera al día de hoy Alberta mantiene 16 oficinas en diferentes partes del mundo, tiene 10 programas de hermanamiento con gobiernos subnacionales, envía cerca de 400 misiones comerciales al año y recibe 140 en la provincia.

Las causas principales fueron la globalización y el increíble aumento en el mercado global e inversiones extranjeras que conlleva. La prosperidad de Alberta depende en gran medida del gas natural y del petróleo, es el tercer exportador mundial de gas detrás solo de Rusia y Noruega. Alberta posee 13% de las reservas de petróleo mundial, lo que hace que alrededor de 100 compañías energéticas de Alberta estén activas en cerca de 118 países. Sin embargo, bajo la presión de la misma globalización también ha tratado de diversificarse en la economía regional en áreas tales como telecomunicación, biotecnología, desarrollo de software. También tiene acuerdos en educación y cultura.

En los 70 se llevaban a cabo diversas negociaciones en el ámbito energético por parte del gobierno Federal, ante lo cual Alberta no podía quedar indiferente, por lo que durante una conferencia del GATT en Tokio, Alberta promocionó directamente los intereses de la provincia enviando sus representantes a Japón y presionando por diálogos respecto al petróleo y gas promoviendo a la vez la inclusión de Canadá en los mercados extranjeros, compensando así lo que Alberta consideraba una ineficiente defensa de sus intereses. A partir de ahí, la provincia promovió delegaciones regionales a diversos foros y abriendo oficinas en lugares estratégicos a sus intereses.

Es importante hacer notar un elemento muy importante que permitió el inicio de la paradiplomacia por parte de Alberta. En 1971 se da el cambio de gobierno y pasan de estar bajo el gobierno del partido Crédito Social, para estar bajo el gobierno del Partido Progresivo Conservador, Peter Lougheed, quién promovió activamente el involucramiento a nivel internacional. En la actualidad siguen con el mismo partido, y desarrollando la visión y el legado de Peter Lougheed en las relaciones internacionales.

En términos de legislación, la división de poderes entre el centro y las provincias estaba determinado por el Acta de Constitución de 1867, pero en realidad ha ido adaptándose a las necesidades del momento. Si bien no hay nada que autorice a Alberta a actuar internacionalmente, tampoco hay nada que se lo prohíba. Quebec fue la primera que dio el paso al desafiar las limitaciones impuestas por el gobierno federal y Alberta fue la segunda, pero a diferencia de Quebec, siempre manifestó que sus actividades solo eran un complemento a la política federal y actuando en armonía con ésta. La posición se sigue manteniendo en la actualidad. Su deseo no es de confrontación, solo buscan proteger sus intereses regionales y tener la capacidad de influir en las políticas energéticas.

Dentro de los retos actuales que enfrenta está el que su principal socio comercial en cuanto a petróleo es Estados Unidos, quién paga su petróleo más bajo que lo que paga a otras fuentes, lo que ha provocado que Alberta busque la diversificación de mercados volteando su mirada al sector agrícola y forestal, lo cual puede limpiar la imagen poco ecológica que actualmente tienen debido a la explotación petrolera y construcción de ductos, y a su rechazo a firmar el tratado de Kyoto, ya que todavía su principal actividad es el petróleo. Después de décadas de promoción en este sector deberá preparar a sus habitantes para esta necesaria diversificación, y prepararse para buscar nuevos acuerdos para un mercado que estaba enfocado principalmente en el sector energético.

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La cooperación trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá hasta la X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) no ha derivado en soluciones a problemas comunes más allá del pragmatismo impulsado por el interés nacional de cada una de las naciones que conforman este espacio geográfico. Desde la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), principal institución regional formal, académicos han discutido la posibilidad de construir una región integrada, con instituciones para resolver problemas comunes, más allá del ámbito económico y comercial. La idea de América del Norte, ampliamente difundida por Robert Pastor, obedecía a estas pretensiones. Sin embargo, las agendas nacionales tanto de México como de Estados Unidos y Canadá, desde la era Bush hasta la era Trump, han avanzado hacia otra dirección. La protección de la soberanía nacional, las medidas unilaterales y el énfasis en las relaciones bilaterales se han impuesto sobre el desarrollo de instituciones regionales.

A pesar de que América del Norte es una de las regiones con mayor flujo de mercancías, personas y procesos de producción en el mundo, hasta el momento carece de instituciones regionales formales para tratar problemas comunes, tales como la seguridad, la migración laboral y la salud. La falta de promoción de un acercamiento trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá ha contribuido a que no se consolide el desarrollo regional para combatir de forma conjunta los problemas que aquejan la región. En su lugar, los Estados han optado por concentrarse en sus relaciones bilaterales, lo cual ha ocasionado que en América del Norte: 1) prevalezca una estructura de cooperación fragmentada en el tema de seguridad, 2) no existan instituciones regionales para mejorar el estado de los trabajadores migrantes en toda la zona y 3) no exista un sistema efectivo para la contención y mitigación epidemiológica que supla las medidas unilaterales adoptadas por las partes en caso de emergencia sanitaria.

En este orden de ideas, el presente trabajo tiene como objetivo exponer los alcances y limitaciones de la X Cumbre de Líderes de América del Norte con respecto al desarrollo de mecanismos e instituciones regionales. De esta forma, el argumento principal de este trabajo gira en torno a que la X CLAN no supone un avance significativo en el desarrollo de instituciones regionales para resolver problemas comunes en América del Norte. Esto es así debido a que la X CLAN no ha logrado establecer una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad regional norteamericana. Sin embargo, sus alcances dependerán del seguimiento de los mecanismos prometidos en la Cumbre.

La X Cumbre de Líderes de América del Norte trajo como resultado los siguientes compromisos: 1) promover sociedades diversas, inclusivas, equitativas y democráticas que combatan el racismo; 2) combatir la crisis climática, por medio de la adopción de energías limpias y la reducción de las emisiones de metano para 2030; 3) fortalecer la competitividad, la innovación y la resiliencia; 4) promover la ampliación de las vías legales y otras medidas humanitarias para hacer frente a la migración irregular en la región; 5) coordinar acciones y estrategias para combatir el tráfico de armas y drogas, así como la trata de personas; 6) intercambiar información y establecer políticas públicas para proteger a sus países contra las crisis de salud actuales y futuras.

Los mecanismos de carácter trilateral prometidos en la Cumbre son escasos. En primer lugar, con respecto a diversidad, equidad e inclusión, el compromiso de los Estados de América del Norte se apoya en mecanismos regionales y globales ya existentes, tales como el Grupo de Trabajo Trilateral sobre Violencia contra las Mujeres y Niñas Indígenas, pactado en la VIII CLAN en 2016, la Coalición por la Igualdad de Derechos en las Américas y el Grupo Central LGBTQI+ de las Naciones Unidas.

En segundo lugar, sobre el cambio climático las naciones pactaron el siguiente mecanismo de cooperación: la elaboración de un Plan de Acción para la Reducción de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos para finales de 2025 y contribuir en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad para 2030.

En tercer lugar, con respecto al fortalecimiento de la competitividad, los gobiernos se comprometieron a crear el primer foro trilateral sobre semiconductores, el cual incluirá a representantes de alto nivel del sector y la participación gubernamental del gabinete de Estados Unidos, México y Canadá. Esto con el propósito de forjar cadenas de suministro regionales más sólidas, así como promover la inversión específica en industrias, tales como los semiconductores y las baterías de vehículos eléctricos. Asimismo, los mandatarios anunciaron la creación de un comité para impulsar la sustitución de importaciones. Este comité estará compuesto por 4 expertos por país. El comité tiene como objetivo buscar la autosuficiencia económica en América del Norte con respecto a China y otros países.

En cuarto lugar, con respecto al tema de la migración, las naciones adoptaran los siguientes mecanismos de cooperación: la finalización y la aplicación del Plan de Acción Trilateral para la Ampliación de las Alianzas para el Desarrollo, el cual busca abordar las causas profundas de la migración irregular. Este mecanismo abarca toda la región de América Latina y está acompañado de la creación de un centro en el sur de México que cuenta con apoyo del sector privado. Asimismo, México y Estados Unidos convinieron en la creación de un Programa de Trabajadores Agrícolas de Temporada. Un mecanismo similar existe entre México y Canadá desde 1974.

En quinto lugar, sobre el tema de seguridad, México, Estados Unidos y Canadá convinieron en reanudar el diálogo sobre la Estrategia de América del Norte para Combatir la Trata de Personas. Asimismo, las naciones acordaron continuar y actualizar el Diálogo de América del Norte sobre Política de Drogas (NADD), esto incluye la celebración de reuniones de los directores del NADD y de una cumbre trilateral de salud pública. Otro mecanismo relevante es el establecimiento de una postura unificada en lo relativo a la recopilación e intercambio de registros de nombres de pasajeros.

Por último, en sexto lugar, en el ámbito de la salud, los Estados norteamericanos convinieron en la revisión del Plan de América del Norte para la Gripe Animal y Pandémica (NAPAPI, por sus siglas en inglés) para mejorar la prevención, preparación y agilizar la respuesta a las emergencias sanitarias en América del Norte.

Por otro lado, en términos generales, la X CLAN sirvió para para sentar las bases para atender problemas vigentes, aunque no haya medidas concretas fuera de las mencionadas anteriormente. Asimismo, existe una escasez de compromiso trilateral en distintos temas. Por ejemplo, la regulación de la migración laboral aún sigue fragmentada en dos programas de trabajadores agrícolas de temporada. Por un lado, el que existe entre México y Canadá y ahora el anunciado entre Estados Unidos y México. Esto obedece a las características divergentes de las relaciones bilaterales. Es decir, a la relación histórica en el ámbito de la migración que ha tenido México y Estados Unidos, la cual ha significado un problema para Washington, cosa que no ha ocurrido la mayor parte del tiempo entre México y Canadá. De la misma forma, en el ámbito de la regulación de la migración, los esfuerzos conjuntos destacan la participación de México como receptor de migrantes de Centroamérica. A la vez que el enfoque concuerda con el objetivo del gobierno del presidente mexicano de hacer énfasis en el desarrollo de los países expulsores de migrantes. En este ámbito, las estrategias anunciadas por los países norteamericanos podrían fortalecer el desarrollo regional y continental.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el tema de la seguridad son la continuación de mecanismos ya existentes. En este sentido, a corto plazo no debería esperarse una estructura institucional regional que atienda los problemas de seguridad de América del Norte. Las razones estriban en que Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad. En la misma área, hubo temas relevantes desplazados en la reunión, tales como el tema sobre regulación de uso y venta de armas en Estados Unidos.

"Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad."

Por otra parte, con respecto al tema de la salud, las naciones poseen una amplia experiencia para resolver los problemas de forma conjunta, como fue con la H1N1 en 2001. Reforzar las líneas de acción con base en la NAPAPI podría asegurar medidas efectivas regionales para contrarrestar futuras amenazas a la seguridad sanitaria de los ciudadanos en América del Norte. Sin lugar a dudas, esta es una vía deseable en América del Norte en contraposición a las medias adoptadas por la administración Trump durante la pandemia del COVID-19.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el ámbito de derechos humanos y medio ambiente quedan opacados por la importancia que se le brindó al ámbito económico. Parece ser que el eje de la X CLAN son los semiconductores. El impulso a la industria de semiconductores por medio del panel de expertos pactado podría representar un avance significativo que posicione a América del Norte como una región autosustentable y competitiva en el ámbito de las mercancías derivadas de este sector. Esto beneficiaria a México y a sus socios norteamericanos y contrarrestaría la influencia de China en la región.

En conclusión, hay que destacar que la Cumbre de Líderes de América del Norte sirve para reforzar procesos que darán resultado en el futuro. Asimismo, depende de la voluntad política de los mandatarios y del seguimiento que se le den a los acuerdos y mecanismos propuestos. Sin lugar a dudas, con la misma celebración de la CLAN las naciones ganan. Sin embargo, eso no significa que América del Norte como región vaya a tener un desarrollo significativo como resultado. La construcción de instituciones regionales para atender problemas comunes depende de mucho más que de la celebración de esta reunión trilateral. En este sentido, la idea de una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad norteamericana es relevante para favorecer la construcción de instituciones regionales. Aunque la misma celebración de la X CLAN expresa la idea de una comunidad de intereses, así como la buena voluntad para dialogar desplazando los temas controversiales en las relaciones, no ofrece de forma explícita la idea de América del Norte como región y, en su lugar, refleja la búsqueda del interés nacional de cada nación. Pese a lo anterior, la X CLAN trae consigo la oportunidad de que México y Canadá tengan un mayor acercamiento y la proyección de que México, al lado de sus socios norteamericanos, puede tener un papel de liderazgo en el hemisferio occidental.

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El comercio entre Canadá, Estados Unidos y México se impulsa por el intercambio de bienes tangibles y un creciente número de bienes intangibles. En este marco, se consideró la definición de reglas sobre el comercio electrónico entre los tres socios durante los trabajos de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Por lo que, la presión ejercida por el gobierno estadounidense, principalmente, y la inercia del comercio internacional obligaron a México a posicionar al comercio electrónico como parte de su agenda de política exterior a partir de 2020; lo cual representa un área de oportunidad en materia económica y en el desarrollo de políticas públicas para el país.

Durante los 26 años de vigencia del TLCAN ocurrieron dos hechos clave. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) estadounidenses y canadienses se beneficiarían ampliamente del mercado regional. Mientras que, el uso de Internet y las telecomunicaciones alcanzarían su máximo desarrollo y transformarían, entre otras cosas, al comercio internacional.

Cifras de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos señalan que en 2018 hubo 89,492 PYMES que exportaron a Canadá y 53,682 PYMES que exportaron a México. Por su parte, el gobierno canadiense informó que en 2019 la mayoría de empresas exportadoras dirigieron sus ventas hacia Estados Unidos y 97% de ellas eran PYMES; mientras que del total de empresas que exportaron a México, 89% fueron PYMES.

Previo a la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el 1 de julio de 2020, las tendencias de participación de las PYMES en el mercado norteamericano mostraron un comportamiento favorable para Estados Unidos y Canadá. Por otro lado, el comercio electrónico y las PYMES ya formaban parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica firmado por Canadá, Estados Unidos, México y otros ocho países en 2016. Aunque Estados Unidos se retiró, tras la llegada de Donald Trump a la presidencia, los textos de ambos temas se utilizaron para la redacción de los capítulos 19 y 25 del T-MEC.

La OCDE (2019) define al comercio electrónico o e-commerce como “la venta o compra de bienes o servicios que se realiza a través de redes informáticas con métodos específicamente diseñados para recibir o colocar pedidos”. Con base en esta definición, el capítulo 19 del T-MEC reconoce la importancia de promover el crecimiento económico por medio del comercio digital, la eliminación de obstáculos para su uso y el desarrollo de marcos de protección para los consumidores.

La definición de PYME varía de acuerdo al número de personal, ventas, ingresos y sector de las empresas. A pesar de las diferencias conceptuales de PYME, para Canadá, Estados Unidos y México dichas empresas constituyen la base de sus economías. Es así que, en el capítulo 25 del T-MEC se enfatiza la colaboración entre los Estados miembros para facilitar el acceso de las PYMES a nuevos mercados a través del comercio electrónico, mediante la reducción de la burocracia. En este marco, se acordó celebrar comités anuales sobre PYMES para favorecer el acercamiento entre los gobiernos y otros actores de interés.

Actualmente, existen alrededor de 30 millones de PYMES en Estados Unidos que emplean a 60 millones de personas. En Canadá, las PYMES constituyen la mayoría de las empresas en el país y dan empleo a poco más de 10 millones de canadienses. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las PYMES representan 97% de las empresas en México y en 2019 había 4.9 millones de establecimientos con 27 millones de personas ocupadas. De ese total, sólo 1% logra exportar.

Las medidas de distanciamiento social por COVID-19 potencializaron el crecimiento del comercio electrónico. De acuerdo con Wilson Center, las ventas digitales en México subieron 170% entre marzo y diciembre de 2020; mientras que 50.7 millones de mexicanos gastaron US$28 mil millones. Datos de Statistics Canada indicaron que en 2021 hubo 27 millones de usuarios de comercio electrónico, es decir, 72.5% de la población canadiense y cuyas ventas minoristas alcanzaron un máximo histórico de US$3,820 millones en 2020. Cifras del Departamento de Comercio de Estados Unidos señalaron que las ventas de comercio electrónico en 2021 se duplicaron con respecto a 2019 con un valor de US$870 mil millones.

El auge del comercio electrónico representa una oportunidad para la inserción de las PYMES a las cadenas globales de valor. Es decir, en lugar de producir bienes desde cero, se espera que la empresa sólo se enfoque en llevar a cabo una etapa de todo el proceso productivo. El éxito de las PYMES de Estados Unidos y Canadá, desde antes del boom del comercio electrónico, atendió a la inversión en innovación, protección de la propiedad intelectual, conexión con los consumidores finales y apoyo gubernamental a través de programas como CanExport y The United States Commercial Service. Mientras que, en materia de comercio electrónico han buscado adaptarse a áreas clave como: compras híbridas, ciberseguridad, migración a pagos móviles y marketing digital.

Las PYMES mexicanas no sólo no forman parte de las cadenas de valor a nivel global ni regional, sino que sobreviven en la informalidad. La falta de un marco regulatorio en materia laboral y fiscal, de capacitación, de financiamiento, de un Estado de derecho que proteja a los empresarios de extorsión, entre otros, inciden en el fracaso de las PYMES. Además, las pocas PYMES que logran exportar suelen orientarse a bienes y servicios básicos carentes de innovación, que fácilmente pueden ser reemplazados por otros competidores.

Aunque la celebración del primer comité PYME en octubre de 2021 fue un acierto para favorecer el acercamiento entre los gobiernos y otros actores de interés, México es el socio al que se le debe prestar especial atención. Es fundamental que, en este marco, se le otorgue mayor peso al Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario de la Secretaría de Economía con un enfoque orientado al fomento de la innovación y protección de la propiedad intelectual.

 

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La llamada telefónica sostenida por los presidentes Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Joseph Biden del 22 de enero de 2021, la reunión virtual entre ambos mandatarios del 1 de marzo de 2021, así como la participación de López Obrador en la cumbre virtual sobre cambio climático del 22 y 23 de abril de 2021 convocada por el presidente Biden son muy indicativas del momento en el que se encuentra la relación bilateral México-Estados Unidos: fueron intercambios necesarios para ambos mandatarios que, aunque cordiales, fueron muy generales y relativamente fríos. ¿Qué conclusiones se pueden derivar de estos tres encuentros?

Para entender el tenor de estos intercambios, en primera instancia es necesario recordar las máximas prioridades de la administración Biden: primero y antes que nada, busca atender las tres profundas crisis nacionales que está enfrentando Estados Unidos: salud (Covid-19), económica (por la recesión generada por el Covid-19) y social (con niveles no vistos en décadas de fragmentación y polarización social y política); segundo, buscar solución a cuatro crisis internacionales: migración (fundamentalmente los flujos migratorios irregulares desde Centroamérica y México), de gobernanza global (por la crisis en las instituciones multilaterales), de cambio climático y la competencia por el liderazgo mundial (frente a China).

Aun ante las reiteradas acciones de AMLO hacia Biden y los demócratas del último año (visita a Trump en tiempos electorales en julio de 2020; retraso en la felicitación ante el triunfo electoral de Biden; ofrecimiento de asilo a Assange; carta de felicitación fría y más bien dirigida a la audiencia mexicana; caso Cienfuegos —sin proceso judicial en México, publicación del expediente confidencial y crítica a sistema judicial de Estados Unidos en la integración del mismo—; Ley de Seguridad Nacional obligando a agentes extranjeros, principalmente estadounidenses, a informar a la SRE sobre sus actividades y hallazgos; falta de condena a la toma del Capitolio pero crítica a las redes sociales por coartar la libertad de expresión del Presidente Trump, entre otros), la administración Biden aceptó tener la segunda llamada telefónica del presidente con un Jefe de Estado extranjero (tras Canadá) el 22 de enero de 2021 y la segunda reunión virtual (nuevamente, después de Canadá) el 1 de marzo de 2021, con México. Además, AMLO fue incluido entre los 40 líderes participantes en la cumbre virtual sobre cambio climático del 22 y 23 de abril de 2021. Esto es reflejo de dos puntos fundamentales: primero, Biden es un político profesional y, segundo, que entiende que su relación con México (y Canadá) es interméstica.

Con respecto al primer punto, el profesionalismo de Biden como político significa que conducirá las relaciones de Estados Unidos con el mundo (y particularmente con México) a través de las instituciones del Estado y sus burocracias especializadas. Esto es fundamental para México (y el mundo), ya que generará certidumbre y predictibilidad en las acciones externas de Estados Unidos. En lo referente al segundo punto, el que la relación sea interméstica significa que Biden entiende que lo sucede en las políticas internas de México y Estados Unidos impacta a la relación bilateral. Esto implica que la relación bilateral es de alta complejidad, ya que incluye todos los temas de agenda nacional de ambos países y una multiplicidad de actores de los sectores público (de los tres poderes de la unión a nacional, pero también gobiernos estatales y locales), privado (empresas transnacionales y medios), social (organizaciones sociales, sindicales y academia).

La suma de estos dos puntos demuestra que Biden está consciente de que requiere de la cooperación de México (y Canadá, además de otros socios estratégicos europeos y asiáticos), para la solución de sus máximas prioridades domésticas (particularmente las crisis de salud y económica) e internacionales (especialmente el tema migratorio, gobernanza multilateral, cambio climático y la competencia de China). Por ello, aun ante las acciones poco amistosas de AMLO, la administración Biden decidió llevar a cabo la llamada telefónica y la reunión virtual con México, sólo después de Canadá, además de invitar a México a la cumbre virtual sobre cambio climático.

Los comunicados conjuntos derivados de la llamada telefónica y la reunión virtual, así como el video de la segunda, son igualmente indicativos de los temas prioritarios en la relación México-Estados Unidos con la llegada de la administración Biden: aquéllos que requieren de la cooperación con México para atender las prioridades de política interna (crisis de salud y económica) y externa (migración, cambio climático y China) de Estados Unidos. Dado que se trataba de reuniones públicas, cada uno de estos temas fue tratado de manera muy general, pero con claras indicaciones del rumbo de la relación bilateral. Los detalles de su ejecución se definirán por los canales institucionales establecidos, en privado y fuera de los reflectores.

Con respecto a la cumbre de cambio climático, el presidente Biden tuvo la cortesía de invitar al presidente AMLO entre los 40 líderes convocados, mandando una clara señal sobre la importancia que los temas medioambientales tendrán en la agenda interna e internacional de Estados Unidos. Desafortunadamente, el presidente López Obrador no entendió la relevancia del evento, cometiendo tres fallas protocolarias de forma y fondo. Primero, cometió una gran descortesía: sólo escuchó las presentaciones del presidente Biden y la vicepresidenta Harris, incluyéndolas en el marco de su conferencia mañanera del 22 de abril, ausentándose durante las presentaciones de los demás jefes de Estado y gobierno participantes. Segundo, su mensaje no enfatizó los temas centrales de la cumbre: no habló sobre los compromisos de México para la reducción de gases de efecto invernadero y la promoción de energías limpias y renovables, sino que compartió la experiencia de su programa insignia de reforestación “Sembrando Vidas” y la reducción en la producción petrolera mexicana. Finalmente, tercero, sus palabras estuvieron fuera de contexto: incluyó un tema ajeno a la cumbre, la migración irregular de centroamericanos a través de México hacia Estados Unidos, proponiendo a Biden que invierta en la ampliación del programa “Sembrando Vidas” a Centroamérica, ofreciendo visas de trabajo temporales a quienes participen en este programa por tres años y luego residencia o nacionalidad estadounidense tras tres o cuatro años adicionales.

Dado que había conocimiento previo por parte de Estados Unidos sobre estos tres puntos, no es de sorprender que el presidente Biden haya abandonado la sala cuando hablaba el presidente mexicano. En diplomacia, la reciprocidad y el protocolo son la base de toda negociación y cooperación: si el presidente AMLO no tuvo la cortesía de escuchar a sus homólogos y dedicar su mensaje al tema central de la cumbre, no podía esperar un trato especial por parte de su anfitrión. Jorge Castañeda lo llamo “el terrible desaire de Biden a AMLO” en su artículo en Nexos del 22 de abril; yo lo llamo simple y llana reciprocidad diplomática.

En suma, los intercambios entre Biden y AMLO en los primeros 100 días de la presidencia del presidente Biden (llamada telefónica, reunión virtual y cumbre sobre cambio climático) son muy indicativos del estado actual de la relación bilateral: están llenos de retórica de cordialidad (amistad, vecindad, cooperación, compromiso), pero han sido excesivamente generales, sin establecer acciones precisas. Sin embargo, reflejan claramente que las prioridades en la relación bilateral con la llegada de Biden (por la complejidad de esta relación interméstica) serán aquéllas que requieran de la cooperación con México para solución de las máximas prioridades de política interna (crisis de salud, económica y social) e internacional (crisis migratoria, cambio climático, gobernanza multilateral y China) de los Estados Unidos. Todavía es tiempo, aunque cada vez el intervalo de cooperación se esté reduciendo aceleradamente, de que México entienda estas prioridades, buscando los mecanismos de concertación con Estados Unidos que sirvan para atender estas crisis compartidas entre ambos países, para promover el bienestar y desarrollo de México.

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