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Con el objetivo de aprovechar el soft power derivado de su cultura, México impulsa sus intereses por medio de la diplomacia cultural que ejecuta a través de sus representaciones en el exterior (RMEs). Este escrito destaca la importancia que tiene la diplomacia cultural mexicana en la actualidad, particularmente en EE. UU. Primero, sugiere que tiene un efecto positivo en el flujo de turistas hacia nuestro país. Segundo, plantea que la diplomacia cultural es clave para la contención del discurso de odio que ha permeado la relación bilateral en los últimos años. Finalmente, arguye que dicha herramienta refuerza la identidad nacional de la diáspora mexicana en ese país.

En primer lugar, México es una potencia cultural y turística. Cuenta con 35 sitios Patrimonio Mundial de la Humanidad (7mo lugar en el mundo y 1ro en el continente) y 11 elementos considerados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (2do lugar en el continente). Estos atractivos son conocidos en EE. UU., en cierta medida, por la labor que desempeñan las RMEs. Este papel tiene sus fundamentos más recientes en un convenio de colaboración entre la SRE y la Sectur, así como en los consejos de diplomacia cultural y turística, creados en la primera mitad de 2019.

De acuerdo con la Sectur, México recibió a más de 20 millones de turistas en 2022, de los cuales 13 millones fueron estadounidenses. Ya sea como organizadoras de eventos culturales en sus adscripciones, o bien, como promotoras de eventos masivos como el Tianguis Turístico, las RMEs coadyuvan a impulsar el turismo al hacer uso de los vastos recursos culturales del país. Dicha tarea es esencial para dar una imagen positiva de México.

En segundo lugar, tras las elecciones presidenciales de 2016 en EE. UU., el discurso de odio hacia los mexicanos se intensificó por parte de un sector poblacional estadounidense. En múltiples ocasiones, ese discurso racista y xenófobo ha sido azuzado por individuos influyentes afines a la ideológica radical republicana, a pesar de los beneficios que la relación bilateral le genera a EE. UU.

En ese contexto, la diplomacia cultural se ejecuta en una escala multinivel, ya que promueve la riqueza cultural mexicana y la cooperación con los distintos órdenes de gobierno (federal, estatal y local), al tiempo que busca incidir en otros espacios (como el social, académico o empresarial) para obtener resultados más robustos. Con ello, México construye una red de aliados que le permite impulsar sus intereses y generar empatía en EE. UU. para contrarrestar el desdén discursivo que atenta contra la relación entre ambos países.

En tercer lugar, según el IME, alrededor del 97% de la diáspora mexicana reside en EE. UU. Es por ello por lo que la diplomacia cultural en ese país adquiere un doble enfoque: por un lado, atrae a estadounidenses para convertirlos en aliados de México; por el otro, se encarga de impedir que los mexicanos que emigraron (y sus descendientes) se alejen de sus raíces culturales. Esta doble faceta estimula la identidad mexicana de los connacionales en el exterior, sin inhibir su integración a las comunidades receptoras.

Entre las actividades culturales del IME se encuentran el Concurso de Dibujo Infantil “Este es mi México”, el Concurso de Literatura para la Diáspora Mexicana y el Programa de Inmersión Cultural para Jóvenes Estudiantes de Origen Mexicano. Estas acciones favorecen la difusión e interiorización de costumbres, tradiciones y manifestaciones artísticas, con lo que se induce un sentido de pertenencia y orgullo en la comunidad mexicana en el exterior.

En conclusión, la diplomacia cultural mexicana tiene un papel primordial en EE. UU., ya que promueve la imagen de México a través de la captación de turistas, contrarresta el discurso de odio y fortalece la identidad nacional de nuestra diáspora en aquel país. Con ello, en conjunción con otras virtudes, México demuestra que tiene una política exterior dinámica y de vanguardia, la cual le permite incidir en múltiples agendas de la relación bilateral.

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Para la formulación de toda política, ya sea interna o exterior, es necesario tener múltiples factores a considerar. Algunos de los más relevantes son el interés nacional, los objetivos de la política a implementar, el contexto interno y externo, las capacidades de acción del gobierno para conseguir sus objetivos y finalmente las acciones que se llevarán a cabo con el fin de alcanzar la meta previamente planteada como objetivo de la política.

Con base en este orden de ideas, el presente texto pretende hacer un breve, pero acertado análisis de los objetivos y las acciones realizadas en materia de política exterior, específicamente en la promoción cultural de México durante el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). Para conseguir tal objetivo y como se mencionó en el párrafo anterior es menester el ver todos los elementos, pero ya aterrizados en lo que fueron el plan nacional de desarrollo y los informes de gobierno que anualmente se presentaron en el sexenio.

El interés central de un Estado es el de la auto conservación y autoayuda en una perspectiva realista. Por el tipo de temas a analizar se dará una aproximación en la teoría neoliberalista, que engloba las posibilidades de cooperación y ayuda mutua. Con esto en mente, el interés nacional de México en dicho sexenio era el de una mejora económica, de imagen y prestigio internacional. El objetivo básico del gobierno era “Promover el valor de México en el mundo mediante la difusión económica, turística y cultural” (marcado en el PND 2012-2018).

Por otra parte, el contexto tanto a nivel nacional como internacional no era el más favorable, recordando que, durante el sexenio previo de Felipe Calderón, se inició una “guerra contra las drogas”, desencadenando una ola de violencia, situación que perjudicaba la imagen y la capacidad de acción del Estado, al interior y al exterior, por ello es que era trascendental el poder hacer uso de una política exterior “amable” o suave usando conceptos de Joseph Nye en el soft power.

Las posibilidades de acción de un gobierno en una situación de conflicto interno contra delincuencia organizada se ven mermadas, pero a pesar de ello México cuenta con una gran historia, tradición y cultura para explotar, es por ello que sus niveles de acción no eran menores. Las acciones a desarrollar durante el sexenio, se centraron en un fortalecimiento de las representaciones en el exterior en materia cultural, sin dejar de lado sus principales obligaciones político-consulares.

Las acciones de difusión cultural, como una herramienta de poder blando para mejorar la imagen, prestigio e influencia de México en el mundo tuvieron dos escalas: la macro en la cual se pueden contemplar los años de México-Alemania, Las exposiciones de arte llevadas a grandes museos como el Louvre, Smithsonian, museo de Lima, Nagoya, etc. En contrapunto las pequeñas acciones se llevaban a cabo en las embajadas, como los eventos de promoción cultural gastronómicas y las ya tradicionales festividades mexicanas en fechas emblemáticas como son el 15 de septiembre, 20 de noviembre e inclusive el 5 de mayo (todo esto reflejado en los informes anuales de la SRE).

Se puede inferir que, de los datos proporcionados por los informes de gobierno y de la Secretaria de Relaciones Exteriores, las acciones de política exterior en materia cultural fueron exitosas. Este argumento toma como base dos principales razones: la primera es que se mejoró la relación México-Francia con la exposición de Kahlo y Rivera en el gran palais de París ya que en años anteriores se había cancelado el año de México en Francia y viceversa por un altercado internacional con el caso Florence Cassez. De tal manera, gracias a las buenas gestiones políticas y el poder suave, las relaciones se normalizaron.

El segundo motivo para decir que las acciones de política exterior tuvieron un éxito son los datos de turismo e IED durante el sexenio de EPN. Por parte del turismo se registró un alza de 23.4 millones de turistas internacionales a 41.4 millones para el final del mandato reportado por la Secretaria de Turismo y en términos de IED hubo un incremento de 4,316 a 11,323 nuevas inversiones durante el mandato de EPN. Estos datos son prueba de que la confianza e interés en México se mantenían aun existiendo los conflictos internos, una parte de esto se debe al éxito en la diplomacia cultural realizada en dichos años.

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