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Para la formulación de toda política, ya sea interna o exterior, es necesario tener múltiples factores a considerar. Algunos de los más relevantes son el interés nacional, los objetivos de la política a implementar, el contexto interno y externo, las capacidades de acción del gobierno para conseguir sus objetivos y finalmente las acciones que se llevarán a cabo con el fin de alcanzar la meta previamente planteada como objetivo de la política.

Con base en este orden de ideas, el presente texto pretende hacer un breve, pero acertado análisis de los objetivos y las acciones realizadas en materia de política exterior, específicamente en la promoción cultural de México durante el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). Para conseguir tal objetivo y como se mencionó en el párrafo anterior es menester el ver todos los elementos, pero ya aterrizados en lo que fueron el plan nacional de desarrollo y los informes de gobierno que anualmente se presentaron en el sexenio.

El interés central de un Estado es el de la auto conservación y autoayuda en una perspectiva realista. Por el tipo de temas a analizar se dará una aproximación en la teoría neoliberalista, que engloba las posibilidades de cooperación y ayuda mutua. Con esto en mente, el interés nacional de México en dicho sexenio era el de una mejora económica, de imagen y prestigio internacional. El objetivo básico del gobierno era “Promover el valor de México en el mundo mediante la difusión económica, turística y cultural” (marcado en el PND 2012-2018).

Por otra parte, el contexto tanto a nivel nacional como internacional no era el más favorable, recordando que, durante el sexenio previo de Felipe Calderón, se inició una “guerra contra las drogas”, desencadenando una ola de violencia, situación que perjudicaba la imagen y la capacidad de acción del Estado, al interior y al exterior, por ello es que era trascendental el poder hacer uso de una política exterior “amable” o suave usando conceptos de Joseph Nye en el soft power.

Las posibilidades de acción de un gobierno en una situación de conflicto interno contra delincuencia organizada se ven mermadas, pero a pesar de ello México cuenta con una gran historia, tradición y cultura para explotar, es por ello que sus niveles de acción no eran menores. Las acciones a desarrollar durante el sexenio, se centraron en un fortalecimiento de las representaciones en el exterior en materia cultural, sin dejar de lado sus principales obligaciones político-consulares.

Las acciones de difusión cultural, como una herramienta de poder blando para mejorar la imagen, prestigio e influencia de México en el mundo tuvieron dos escalas: la macro en la cual se pueden contemplar los años de México-Alemania, Las exposiciones de arte llevadas a grandes museos como el Louvre, Smithsonian, museo de Lima, Nagoya, etc. En contrapunto las pequeñas acciones se llevaban a cabo en las embajadas, como los eventos de promoción cultural gastronómicas y las ya tradicionales festividades mexicanas en fechas emblemáticas como son el 15 de septiembre, 20 de noviembre e inclusive el 5 de mayo (todo esto reflejado en los informes anuales de la SRE).

Se puede inferir que, de los datos proporcionados por los informes de gobierno y de la Secretaria de Relaciones Exteriores, las acciones de política exterior en materia cultural fueron exitosas. Este argumento toma como base dos principales razones: la primera es que se mejoró la relación México-Francia con la exposición de Kahlo y Rivera en el gran palais de París ya que en años anteriores se había cancelado el año de México en Francia y viceversa por un altercado internacional con el caso Florence Cassez. De tal manera, gracias a las buenas gestiones políticas y el poder suave, las relaciones se normalizaron.

El segundo motivo para decir que las acciones de política exterior tuvieron un éxito son los datos de turismo e IED durante el sexenio de EPN. Por parte del turismo se registró un alza de 23.4 millones de turistas internacionales a 41.4 millones para el final del mandato reportado por la Secretaria de Turismo y en términos de IED hubo un incremento de 4,316 a 11,323 nuevas inversiones durante el mandato de EPN. Estos datos son prueba de que la confianza e interés en México se mantenían aun existiendo los conflictos internos, una parte de esto se debe al éxito en la diplomacia cultural realizada en dichos años.

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Desde el inicio de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, las relaciones entre México y Europa poco a poco se han enfriado, llegando al punto en el que el actual presidente mexicano, sugirió “pausar” la relación con España y calificar a los integrantes del Parlamento Europeo como “borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”. Por ello, es imperante analizar el impacto sustancial de las declaraciones del jefe de Estado mexicano en la imagen de México en el exterior y la conducción de su política exterior.

El 09 de febrero en su conferencia matutina, el presidente mexicano sugirió poner pausa a las relaciones con el gobierno de España, considerando que, en sexenios pasados hubo “saqueos” por parte de empresas energéticas españolas. En su momento dicha declaración causó incertidumbre en los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales. El Titular del Ejecutivo no dio una instrucción precisa de cómo, cuándo y por cuánto tiempo se pondría en “pausa” la relación bilateral. Sin mayor trascendencia política en las relaciones entre ambos países, el 08 de marzo de 2022, el Senado mexicano en apego a sus facultades plasmadas en el artículo 76 de la CPEUM en materia de política exterior, ratificó al político Quirino Ordaz Coppel, como Embajador de México ante España. A pesar de las implicaciones políticas de su nombramiento, su labor en ese país será fortalecer la ya débil relación entre ambas naciones y mediar entre la postura que el mandatario mexicano tiene hacia ese país así como velar por los intereses de México en el exterior.

Aunada a esta fuerte declaración que impactó la política exterior del gobierno en turno hacia el continente europeo, el Presidente López Obrador arremetió nuevamente contra Europa. En esta ocasión la crítica fue hacia el Parlamento Europeo, después de que el pasado 10 de marzo, haya aprobado una serie de resoluciones, entre ellas una sobre violaciones a derechos humanos en México. Vale la pena mencionar que la resolución aprobada por el órgano europeo tomó como base la declaración de la Unión Europea, Noruega y Suiza del 15 de febrero de 2022 sobre el asesinato del periodista Heber López Vásquez y la declaración conjunta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y del representante para México de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas del 28 de enero de 2022 condenando el asesinato de María de Lourdes Maldonado Lopez. Es decir, los parlamentaristas europeos han sido recurrentes en el tema, y en los debates sostenidos exhortaron al gobierno mexicano frenar la violencia contra periodistas y activistas en derechos humanos.

En su respuesta, el mandatario mexicano envió un comunicado que descalifica a los parlamentarios europeos. Lamentó que se “sumen como borregos: a la estrategia reaccionaria y golpista” de todos sus opositores, de su proyecto de gobierno y de la Cuarta Transformación. Un día después de haberse hecho pública la carta, el Ejecutivo, en su conferencia matutina, señaló la resolución del Parlamento como una “resolución calumniosa” e injerencista en la política mexicana.

Para entender de mejor manera el fondo de la carta de respuesta del presidente López Obrador, se debe destacar que desde su campaña presidencial, declaró que la mejor política exterior es la política interior, definiendo así que el interés nacional de su gobierno es atender cuestiones internas como el combate a la corrupción y la disminución de la pobreza sin gran interés en el ámbito internacional. Por consiguiente, no es de extrañarse las declaraciones que el mandatario mexicano ha hecho hacia el exterior. Sin embargo, dichos mensajes tienen un peso e impacto en el sistema internacional, disminuyendo así la capacidad de negociación internacional del Estado mexicano. Resalto que la firma y ratificación de la modernización del Acuerdo Global con la Unión Europea está pendiente desde el 28 de abril de 2020, fecha en que se concretó la negociación de este instrumento jurídico.

A diferencia de otros tratados de libre comercio, el distintivo del Acuerdo Global es la inclusión de la “cláusula democrática”. Con ella se tiende a buscar la paz y el respeto de los derechos humanos entre las naciones firmantes, tanto en su interior como en el ámbito internacional. Dicha cláusula se encuentra vigente en el actual TLCUEM. Por lo que es necesario precisar que, en el punto 12 de las recomendaciones del Parlamento Europeo se “Subraya la relevancia de México como socio estratégico”, y a través del Acuerdo Global UE-México modernizado se busca reforzar aún más las disposiciones en materia de derechos humanos permitiendo a la Unión Europea y a México debatir distintas cuestiones, entre ellas “los derechos humanos, con la sociedad civil, incluidos periodistas, defensores de los derechos humanos y otros interlocutores a escala multilateral.” En otras palabras, existe un marco jurídico vinculante que ambas partes acordaron cumplir y respetar. En el TLCUEM quedó plasmada la voluntad actual del Estado mexicano de fomentar una cultura de respeto a los derechos humanos, principalmente desde el ámbito jurídico. Todavía está por determinarse el impacto que tendrá la declaración presidencial en el avance o estancamiento del Acuerdo.

No obstante, e independientemente de la forma en que López Obrador redactó su respuesta al Parlamento Europeo, es fundamental mencionar que la carta no pasó por la Secretaría de Relaciones Exteriores ni del cuerpo diplomático mexicano. Esta decisión alude a que su objetivo no era diplomático, sino político. El presidente López Obrador ha enfrentado una serie de ataques en los últimos meses que han disminuido su aprobación. Por consiguiente, ha utilizado la provocación internacional para desviar la atención de los mismos. La disputa con el gobierno de Austria para traer el penacho del antiguo emperador mexica, Moctezuma a territorio nacional, la problemática en torno al nombramiento de Pedro Salmerón como posible embajador de México ante Panamá y como ya mencioné anteriormente, la supuesta “pausa” en las relaciones diplomáticas con España son ejemplos de cómo el mandatario mexicano ha caído en la provocación con el extranjero.

El presidente López Obrador resaltó, en una declaración posterior a su comunicado, tener la facultad constitucional de dirigir la política exterior, en apego al artículo 89, fracción X de la CPEUM. Con base en ello, es probable que ante futuros embates hacia su figura y gobierno, el mandatario mexicano siga utilizando estos espacios para crear tensiones con las naciones extranjeras. Sin embargo, estas consideraciones subrayan que estará en la Cancillería mexicana y su cuerpo diplomático, en especial el Servicio Exterior Mexicano, fortalecer la capacidad de negociación internacional mediante estrategias claras en apego al proyecto de nación así como en su excelsa tradición diplomática de defender a México en el exterior.

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En la literatura académica de la disciplina de las Relaciones Internacionales, existe una marcada diferencia entre una política exterior de Estado y una de gobierno. La primera incluye decisiones que responden al interés nacional, reflejan continuidad con administraciones anteriores, están basadas en objetivos claros y concretos, son planificadas y deliberadas, reflejan un proyecto de nación con amplio consenso social y son tomadas a partir de la consulta o la consideración de los intereses de los diversos grupos internos y de los actores externos. La segunda es una política que responde exclusivamente a los intereses del grupo en el poder, es totalmente coyuntural y reactiva, no se basa en objetivos específicos ni es planificada, no refleja un amplio consenso y no toma en cuenta a otros actores involucrados en el tema.

El comunicado del gobierno de México, en respuesta a una resolución del Parlamento Europeo en torno al tema de los periodistas asesinados en el país, no cumple con los criterios necesarios para considerarse una política exterior de Estado. En primer lugar, el texto carece de todo protocolo diplomático y contiene un lenguaje ofensivo para la contraparte. En un primer momento, parecía que se trataba de un documento falso. Incluso algunos diputados de MORENA lo consideraron “burdo” y solicitaron que la SRE lo desmintiera. Sin embargo, al día siguiente el mismo presidente anunció en su conferencia matutina que él había redactado el texto en un vuelo a Chiapas junto con su vocero oficial.

Un texto de esta naturaleza no debe ser escrito en tan corto tiempo y a partir del enojo por parte del jefe del Ejecutivo por el contenido de la resolución del Parlamento Europeo. También es un error estratégico el no haber involucrado en el proceso de toma de decisiones al secretario de Relaciones Exteriores, el principal responsable de la política exterior del país. Un jefe de Estado no puede llamar “borregos” a su contraparte, ni afirmar que ellos son cómplices por mantener el silencio en otros casos de violaciones a los derechos humanos. El presidente AMLO basó su respuesta en función del principio de la No Intervención. Sin embargo, México firmó con la Unión Europea (UE) una cláusula de respeto a los derechos humanos cuando se concretó el acuerdo de libre comercio entre México y la UE. Este instrumento jurídico está al mismo nivel de la propia Constitución mexicana. En este sentido, los eurodiputados pueden hacer este tipo de observaciones y solicitudes. Por lo tanto, no hay elementos para decir que ellos estaban interfiriendo en los asuntos internos de México. Si a la administración de AMLO no le parecen este tipo de posicionamientos, entonces debe denunciar el tratado. Mientras esté en vigor, no puede hacer este tipo de pronunciamientos.

Un jefe de Estado no puede llamar “borregos” a su contraparte, ni afirmar que ellos son cómplices por mantener el silencio en otros casos de violaciones a los derechos humanos.

El comunicado de AMLO no representa el interés nacional porque es reflejo de los intereses del grupo en el poder. Es claro que la carta estaba dirigida principalmente a los grupos que apoyan al actual mandatario. Parece que al presidente le preocupa su popularidad y toma estas decisiones para que un sector de la sociedad lo vea como el héroe que defiende a México frente a los extranjeros imperialistas. Sin embargo, hay otros sectores que están en desacuerdo con este tipo de medidas. Por lo tanto, la polarización aumenta en el país, lo cual no ayuda ni a la política interna ni a la externa. Como era de esperarse, senadores y gobernadores de MORENA salieron a la defensa del presidente y emitieron cartas de apoyo. Esta acción hizo recordar las viejas prácticas priistas en donde los diversos actores políticos se subordinaban completamente a la figura del presidente, cuestionando así la división de poderes. Por su parte, la oposición criticó abiertamente al presidente e incluso mandó cartas al Parlamento Europeo para deslindarse del comunicado de AMLO.

Como era de esperarse, senadores y gobernadores de MORENA salieron a la defensa del presidente y emitieron cartas de apoyo. Esta acción hizo recordar las viejas prácticas priistas en donde los diversos actores políticos se subordinaban completamente a la figura del presidente, cuestionando así la división de poderes.

El comunicado incluso puede ir en contra del interés nacional porque puede afectar la relación política y comercial con la Unión Europea. Tampoco representa continuidad con la política establecida desde el sexenio de Ernesto Zedillo para hacer de Europa una opción de diversificación económica y para atraer inversiones. Por lo tanto, la carta de AMLO al Parlamento Europeo no es congruente con los objetivos de política exterior de México frente a la UE ni fue una decisión planificada. Fue totalmente reactiva. Además, el posicionamiento no refleja un proyecto de nación de amplio consenso puesto que muchos sectores de la sociedad no estuvieron de acuerdo con la medida. El presidente no consultó a actores clave, ni siquiera al secretario de Relaciones Exteriores. Efectivamente, el artículo 89 de la Constitución faculta al Ejecutivo para “dirigir” la política exterior de México. Pero si sus decisiones representan los intereses exclusivos del grupo en el poder, entonces no se trata de una política exterior de Estado. Es, por tanto, una política exterior de gobierno. México debe aspirar a acciones que verdaderamente reflejen una política exterior de Estado para promover el interés nacional y para reflejar una imagen de un país que se comporta a la altura de los desafíos del sistema internacional.

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El año 2022 comienza con procesos de turbulencia y transformación. La inacabada pandemia por el COVID-19 ha dejado estragos económicos y sociales en todo el mundo1. Se viven divergencias entre las mayores economías, en donde China cobra cada vez más fuerza y opera con claridad de objetivos en la Organización Mundial del Comercio; hay mercados claramente concentrados en Asia2; tensiones regionales como en el Indo-Pacífico y Europa Oriental, además de una crisis climática de urgente atención.

En este contexto, México se inserta como un actor geopolítico regional y mundial que busca “que sus acciones de política exterior tengan un impacto real en las condiciones de vida de la población mexicana”3. La Secretaría de Relaciones Exteriores tiene como prioridades de las gestiones en el exterior para este año la promoción del Plan Mundial de Bienestar; la identificación de fuentes de financiamiento para el desarrollo y la agenda de México en el G204. Para dar cumplimiento a estas encomiendas, el país cuenta una red de 150 Representaciones de México en el Exterior (RME) distribuidas en 80 Embajadas, 67 consulados y 3 oficinas de enlace.

Robert Strausz-Hupe decía que “una nación debe pensar antes de actuar”, es decir, se debe contar con estrategias definidas que, junto con la política pública, permitan conseguir los objetivos nacionales de política exterior y posicionar al país como un actor geopolítico de relevancia en las cadenas globales de valor.

En consecuencia, es fundamental la labor de mapeo y análisis de tendencias globales que, incorporadas en la generación de dichas estrategias, resulten en gestiones creativas que posicionen a México en los mercados y sectores de vanguardia en el mediano y largo plazo.

Por ejemplo, las previsiones del Sistema Europeo de Análisis de Estrategias y Políticas (ESPAS, pos sus siglas en inglés) y las del Centro Nacional de Inteligencia de Estados Unidos retratan un mundo en el que en un espacio de 10 a 20 años la tecnología y la hiperconectividad adquirirán una dimensión determinante. Estas tendrán el potencial de resolver problemas cotidianos pero también generarán riesgos de mayor desigualdad, tensiones e incremento de la competencia global por la supremacía en dichas esferas.

De esta manera, la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de las RME, tiene la labor de operar las vastas herramientas de diplomacia pública con las que cuenta México para lograr no sólo mantener el papel histórico que el país ha desempeñado como líder regional y multilateral sino posicionarlo ante los retos que se vislumbran.

Bajo esta lógica, el establecimiento y operación de la Dirección Ejecutiva de Estrategia y Diplomacia Pública en la Cancillería mexicana habla de un importante esfuerzo de la Secretaría por operar con una visión estratégica que permita la ampliación de fronteras económicas y políticas, la competitividad y el posicionamiento internacional, así como la definición de pronósticos y tendencias de innovación que contribuyan al diseño de estrategias que atiendan los proyectos transversales de largo plazo.


1El Banco Mundial estima que debido a los efectos de la pandemia, solo en 2020, un aproximado de 97 millones de personas cayeron en el umbral de la pobreza. Véase World Bank, Poverty. Consultado en https://www.worldbank.org/en/topic/poverty

2De acuerdo con un estudio de Global Fortune, 40.6% de las empresas con mayor volumen de negocio tienen su sede en Asia. Únicamente en Japón y China se concentra el 37.6%.

3Diario Oficial de la Federación. Plan Sectorial de Relaciones Exteriores 2020-2024. Consultado en: https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5596023&fecha=02/07/2020

4Secretaría de Relaciones Exteriores, Comunicado no. 010. Consultado en: https://www.gob.mx/sre/prensa/sre-traza-directrices-de-politica-exterior-para-2022-en-el-marco-de-la-xxxiii-reunion-de-embajadores-y-consules-de-mexico?idiom=es

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Por tercera ocasión en su administración, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) realizó una gira internacional. En esta vez, el mandatario asistió a Washington a la IX Cumbre de Líderes de América del Norte con sus homólogos Joe Biden y Justin Trudeau. Unos días antes, había asistido a una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ahora que México preside ese organismo. En julio de 2020, el presidente mexicano había visitado a Donald Trump para conmemorar la puesta en vigor el nuevo Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Los tres viajes fueron a Estados Unidos, lo que implica la prioridad que tiene ese país para la política exterior de México.

A esta altura (mitad del sexenio), varios presidentes llevaban una gran cantidad de visitas al exterior. Por ejemplo, a finales de su tercer año de gobierno, Salinas de Gortari ya había hecho 43 viajes internacionales, Ernesto Zedillo 29, Vicente Fox 57, Felipe Calderón 56 y Enrique Peña Nieto 36. Existe una diferencia abismal entre las salidas de AMLO en comparación con sus antecesores, lo que demuestra el poco interés del actual mandatario en la política exterior.

Los viajes internacionales de los presidentes se convirtieron en una tradición a partir del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964). El entonces mandatario realizó un total de 18 giras por diferentes partes del mundo, como fueron América del Norte, América Latina, Europa y Asia. De hecho, López Mateos (ALM) fue el primer presidente mexicano en pisar, en funciones, Europa, América Latina y Asia. Sus antecesores (Porfirio Díaz, Ávila Camacho y Miguel Alemán) solamente habían hecho visitas de trabajo a Estados Unidos y Ruiz Cortines había asistido a una reunión a Panamá. Con ello, ALM iniciaba la práctica de la diplomacia presidencial, en donde el jefe del Ejecutivo atendía personalmente los temas de la política exterior de México y los viajes internacionales representaban una de las actividades más relevantes.

En el siguiente sexenio, Gustavo Díaz Ordaz solamente realizó 10 giras por el mundo, principalmente en Centroamérica y Estados Unidos. Parecía que al entonces mandatario no le interesaban los asuntos externos. Sin embargo, Luis Echeverría le dio un giro importante a la diplomacia presidencial puesto que realizó en total de 41 visitas, incluyendo África y Medio Oriente. La distensión de la Guerra Fría, las dificultades económicas y el interés de Echeverría de ganar el premio Nobel de la Paz y de convertirse en el secretario general de la ONU explican el activismo internacional del sexenio. Por su parte, López Portillo no se quiso quedar atrás de su antecesor inmediato y, apoyado por la riqueza petrolera del país, llevó a cabo 27 viajes internacionales. Miguel de la Madrid efectuó solamente 23 visitas. La crisis económica de los años ochenta impactó las posibilidades de una mayor proyección al exterior.

A partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (CSG), las visitas de Estado y de trabajo a diferentes naciones se convirtieron en una práctica recurrente de la política exterior de México. El entonces mandatario buscaba incluir a México entre las naciones desarrolladas. Así, su administración firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1992, se unió al Foro de Cooperación Económica del Pacífico (APEC por sus siglas en inglés) e ingresó a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países ricos. En este contexto, CSG realizó 63 viajes internacionales. Para entonces, la diplomacia presidencial mexicana estaba en su apogeo. En el siguiente sexenio, Ernesto Zedillo realizó solamente 42 giras por el mundo. La crisis de 1994, conocida como el error de diciembre, afectó las posibilidades de una mayor proyección internacional de México en esa época.

En el año 2000, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió, por primera vez en setenta años, la elección presidencial. Vicente Fox llegó a la primera magistratura del país bajo las siglas del conservador Partido Acción Nacional (PAN). El bono democrático le permitió a Fox desarrollar una amplia diplomacia presidencial, al llevar a cabo un total de 114 giras internacionales, el mayor número en la historia de la política exterior de México. La alternancia política tuvo un impacto significativo en esta actividad. Por su parte, su copartidario, Felipe Calderón, realizó 89 viajes al exterior. Fue un número menor en comparación con el sexenio anterior, pero de todas maneras el número era muy alto. En los inicios de su sexenio, el panista no tuvo oportunidad de dedicarle mucho tiempo a esa actividad debido a las demandas de fraude electoral y a la violencia que se desató por la guerra contra las bandas de narcotraficantes.

Con el breve regreso del PRI en 2012, el número de visitas también fue muy alto. Enrique Peña Nieto efectuó un total de 87 giras por todo el mundo. Sin embargo, con la llegada de López Obrador a la presidencia en 2018, la diplomacia presidencial tuvo un serio retroceso. Hasta el 19 de noviembre de 2021, AMLO solamente contabilizaba tres viajes internacionales. El primero fue en 2020 a Washington DC para visitar a Donald Trump y conmemorar la entrada en vigor del nuevo Tratado entre México Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La opinión pública mexicana criticó esta gira porque existía la interpretación de que AMLO estaba apoyando la reelección de su homólogo. La ausencia del primer ministro canadiense en la reunión abonó a esa acusación. Incluso, los demócratas consideraron que AMLO se estaba inclinando por el republicano.

La segunda salida del actual presidente fue el 9 de noviembre pasado. Andrés Manuel López Obrador asistió a la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, en la cual México ocupa un asiento no permanente y durante noviembre presidirá los trabajos de ese organismo. El mandatario aprovechó la ocasión para presentar un Plan Mundial de Fraternidad y de Bienestar, con el cual se busca reducir la pobreza en el mundo y mejorar las condiciones de vida de la población del planeta. Por su parte, el representante ruso comentó que el Consejo de Seguridad no era el foro idóneo para presentar ese tipo de propuestas. Sin embargo, AMLO y la Secretaría de Relaciones Exteriores comentaron que México presentaría la iniciativa en el marco de la Asamblea General de la ONU. La propuesta de AMLO es similar a la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados que presentó Luis Echeverría en los años setenta. Varios sectores sociales han criticado a AMLO por el carácter idealista de su iniciativa. Sin embargo, no es un ejercicio ocioso el hacer este tipo de planteamientos. Desde la perspectiva del presidente, México se debe posicionar en el ámbito internacional para influir en un sistema más equilibrado. Pero lo más probable es que AMLO tenga poca receptividad por parte de las potencias económicas del orbe sobre el asunto.

Viajes internacionales presidenciales
(1958-2021)


Elaboración propia

En su tercer viaje, AMLO acudió a la IX Cumbre de Líderes de América del Norte en Washington DC el 18 de noviembre. La reunión fue una idea de Joe Biden con el propósito de reactivar el diálogo trilateral, luego de que Donald Trump lo interrumpió. López Obrador aceptó asistir personalmente y no enviar a su secretario de Relaciones Exteriores. La cita fue importante para retomar una visión tripartita en América del Norte para enfrentar los retos generados por la pandemia del Covid 19. En el marco de la cumbre, los tres gobiernos mostraron interés en establecer los mecanismos necesarios para promover el crecimiento económico de la región y aprovechar el marco del T-MEC para fomentar el comercio y las inversiones. Asimismo, la seguridad, migración, energía y medio ambiente estuvieron presentes en la agenda de discusión. Estos temas representan los asuntos de mayor relevancia e interés para los gobiernos y las sociedades de los tres países.

La cumbre trilateral no generará en automático soluciones mágicas para los problemas de América del Norte; pero sentará las bases para una cooperación trilateral. El foro abre las puertas para que los tres líderes se involucren en los asuntos regionales. Anteriormente parecía que en América del Norte existían dos relaciones bilaterales (México-Estados Unidos y Canadá-Estados Unidos.). Con la reactivación de la cumbre, se abren las posibilidades para generar una relación trilateral en la región. En el caso de México, la reunión puede producir espacios de negociación con Estados Unidos al incluir en la fórmula a Canadá. Asimismo, este foro abre la posibilidad para que López Obrador retome el asunto de la diplomacia presidencial con más interés, por lo menos en América del Norte.

Con AMLO, la diplomacia presidencial ha sufrido un retroceso serio y muy significativo. México puede perder oportunidades que normalmente se logran en reuniones de alto nivel. López Obrador no ha asistido a cumbres del G20 y otros foros globales. Prefiere dejar que Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, se ocupe de esas responsabilidades. En este caso, AMLO prefiere atender directamente las necesidades relacionadas con la política interna. Sin embargo, es necesario que el actual presidente asuma su papel como jefe de Estado y asista de manera personal a los foros y reuniones de alto nivel. El interés nacional de México lo demanda.

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Sobre la política exterior mexicana en la actualidad existen muchos retos, pero un área fundamental para su profesionalización y que ha permanecido estancada es el Servicio Exterior Mexicano (SEM), tanto en la rama diplomático-consular, como la rama técnico administrativa. Este estancamiento se deriva que desde el año 2017 la SRE no ha realizado la aplicación de los exámenes de admisión en estas ramas, y en el año 2019, a pesar de que se publicó la convocatoria, tampoco se realizó examen de admisión.

Cada año, los distintos programas educativos de licenciatura y maestría de Relaciones Internacionales de las universidades del país titulan a una buena cantidad de internacionalistas, que tienen que dedicarse a laborar en organizaciones y empresas que muchas veces no tienen relación directa con lo que estudiaron. Desde la licenciatura y maestría, muchos estudiantes, por medio de trabajo de tesis, se especializan en regiones o aspectos relevantes de la política exterior mexicana, pero por el estancamiento del Servicio Exterior Mexicano, no pueden aplicar estos conocimientos en la práctica.

Asimismo, en los últimos gobiernos, el SEM ha estado involucrado en actos de corrupción ligados a los partidos políticos dominantes, y en la actualidad, no se ha llevado a cabo ninguna acción para evidenciar un fortalecimiento de esta entidad. Por ello, considero que es imperativo que, para mejorar y fortalecer al SEM, se deben aplicar nuevamente los exámenes de ingreso bajo procesos transparentes, así como aumentar el número de plazas, promover a sus integrantes, ubicarlos en las áreas que dominan, y promover su profesionalización mediante el aprendizaje y dominio de las lenguas extranjeras. Con estas acciones, no sólo se lograrán mucho de los objetivos de la política exterior mexicana, sino que el SEM se mostrará más profesional, con procesos institucionalizados y al tiempo que se fortalecerá el ingreso y egreso a las carreras de Relaciones Internacionales.

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