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La reforma al poder judicial impulsada por el gobierno de AMLO es parte las 20 reformas presentadas por el presidente en febrero de 2024 con el objetivo de modificar diversas partes de la constitución de México. En palabras del mandatario mexicano “el actual sistema de justicia es corrupto y está profundamente distanciado de la sociedad mexicana”. Esta reforma, de ser aprobada, promete ser la de mayor impacto y trascendencia en todo su sexenio. En consecuencia, cientos de jueces federales y trabajadores del poder judicial han asistido a paros nacionales en varias ciudades de México con el fin de demostrar su descontento a la iniciativa de Morena.

Esta reforma tiene 6 ejes fundamentales, entre los cuales se destacan en primer lugar cambiar el mecanismo de elección de los representantes adscritos al poder judicial tales como ministros, magistrados, jueces del distrito entre otros, los cuales serán elegidos por la ciudadanía a través del voto popular y ya no por concurso de méritos y elegidos por el Senado o el Consejo de la Judicatura Federal (CJF). En segundo lugar, ningún servidor público podrá percibir un salario mayor al que tiene el presidente de la república. En un tercer aspecto, el sistema judicial deberá resolver litigios en un plazo máximo de 6 meses para asuntos fiscales y 1 año para asuntos penales. Por otro lado, el reemplazo del CJF por dos instituciones, el Tribunal de Disciplina Judicial encargado de temas administrativos y el Órgano de Administración Judicial, el cual tendrá a cargo la recepción de denuncias en contra de los administradores de Justicia.

Esta iniciativa avivó la discusión y tensó el ambiente político mexicano debido a sus profundos alcances e implicaciones en el sistema judicial. En ese sentido, la propuesta de AMLO no solo generó discrepancias al interior del país sino también en el exterior, particularmente en sus vecinos del norte. El jueves de la semana pasada, el embajador de EE. UU. en México, Ken Salazar, declaró respecto a la reforma judicial “la elección directa de jueces representa un riesgo mayor para el funcionamiento de la democracia en México”. Posteriormente agregó que “cualquier reforma judicial debe tener las salvaguardas que garanticen que el Poder Judicial sea fortalecido y no esté sujeto a la corrupción política”. Asimismo, el diplomático manifestó que esta iniciativa no resolvería la corrupción y a la postre debilitaría al poder judicial.

Ese mismo jueves, el embajador de Canadá en México Graeme Clark manifestó su preocupación ante la reforma del poder judicial en México la cual generó nerviosismo en los inversionistas canadienses. Cabe señalar que el diplomático aclaró su intención de no intervenir en asuntos internos de México. A su vez, Clark manifestó que la reforma judicial pondría en riesgo la democracia y la relación comercial entre ambas naciones. A las voces de protesta se sumó la relatora especial de la ONU para la independencia de jueces y abogados, Margareth Satterwaite quien expresó su preocupación por las amplias implicaciones negativas que tendría la reforma en la independencia del poder judicial.

La respuesta de la diplomacia mexicana no se hizo esperar y un día después AMLO manifestó a la opinión pública que se había enviado “una nota diplomática de extrañamiento” al gobierno de los Estados Unidos por lo sucedido con las declaraciones de su embajador. En este documento, México expresa que la reforma al poder judicial es estrictamente un tema de carácter interno del Estado mexicano, lo cual es una injerencia a la soberanía de México. Como si aún faltara un capítulo más en esta situación, el martes, en la conferencia matutina, el presidente mexicano manifestó que pondría “pausa” a las relaciones con la embajada de EE. UU. y Canadá, y que esperaba una ratificación de respeto hacia la independencia de México. Obrador señaló “pausar significa que vamos a darnos nuestro tiempo” y que las relaciones entre países no se verían afectadas.

En virtud de lo anterior, la coyuntura en las relaciones entre México y sus vecinos norteamericanos es una muestra más de la naturaleza disruptiva del jefe de la diplomacia mexicana. En repetidas ocasiones, Obrador ha mencionado que respeta la no intervención y la autodeterminación de los pueblos. No obstante, la dualidad de pensamientos se refleja en casos concretos. Por un lado, AMLO, en su actuar, es el principal defensor de estos principios en casos como el de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Colombia. Por el otro, no posee una visión tan clara en diferentes pronunciamientos y acciones reflejados en la crisis diplomática con Perú respecto a Pedro Castillo y Dina Boluarte. Asimismo, el presidente mexicano ha olvidado estos supuestos en escenarios como el del asilo a Evo Morales, el boicot a la cumbre de las Américas en los Ángeles 2022 y las tensiones binacionales con Ecuador de este año.

En ese sentido, la pregunta sería ¿podrían llegar a escalar las tensiones de México con los países vecinos del norte? En principio, es bastante improbable pensar en que se rompan las relaciones con EE. UU. y Canadá debido al nivel de interdependencia entre ellos. Por ejemplo, según datos del gobierno de Canadá, México es el tercer socio más grande de Canadá en comercio de mercancías, después de Estados Unidos y China. Asimismo, Canadá fue el cuarto socio más grande en comercio para México en 2023. En el caso estadounidense, de acuerdo a datos del gobierno de México, el país latinoamericano es el principal socio comercial de EE. UU. Para enero de 2024 según datos del gobierno de Estados Unidos, en 2023 México reemplazó a China como el principal vendedor de mercancías a EE. UU. con una cifra de 476 mil 600 millones de dólares.

En síntesis, la reforma al poder judicial por parte de Morena ha generado diversas reacciones en el contexto internacional. Sin embargo, no es el primero y seguramente no será la última discrepancia de posiciones entre los países norteamericanos. Vale la pena señalar que estas coyunturas merecen un nivel de atención y poner en marcha diferentes mecanismos diplomáticos en beneficio de las beneficiosas relaciones. No obstante, estas tensas discrepancias son aplacadas por el alto nivel de dependencia mutua entre México, EE. UU. y Canadá debido a la profunda conexión que no solo se limita a temas económicos sino de energía, seguridad, intercambios, entre otros. Aunque es cierto que existe una predominancia de transacciones económicas, lo cual se puede ver desde una visión neoliberal. Por ello, el reto para el gobierno mexicano será lograr un equilibrio entre asegurar su soberanía nacional y mantener relaciones constructivas y beneficiosas con sus aliados del norte.

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La cooperación trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá hasta la X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) no ha derivado en soluciones a problemas comunes más allá del pragmatismo impulsado por el interés nacional de cada una de las naciones que conforman este espacio geográfico. Desde la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), principal institución regional formal, académicos han discutido la posibilidad de construir una región integrada, con instituciones para resolver problemas comunes, más allá del ámbito económico y comercial. La idea de América del Norte, ampliamente difundida por Robert Pastor, obedecía a estas pretensiones. Sin embargo, las agendas nacionales tanto de México como de Estados Unidos y Canadá, desde la era Bush hasta la era Trump, han avanzado hacia otra dirección. La protección de la soberanía nacional, las medidas unilaterales y el énfasis en las relaciones bilaterales se han impuesto sobre el desarrollo de instituciones regionales.

A pesar de que América del Norte es una de las regiones con mayor flujo de mercancías, personas y procesos de producción en el mundo, hasta el momento carece de instituciones regionales formales para tratar problemas comunes, tales como la seguridad, la migración laboral y la salud. La falta de promoción de un acercamiento trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá ha contribuido a que no se consolide el desarrollo regional para combatir de forma conjunta los problemas que aquejan la región. En su lugar, los Estados han optado por concentrarse en sus relaciones bilaterales, lo cual ha ocasionado que en América del Norte: 1) prevalezca una estructura de cooperación fragmentada en el tema de seguridad, 2) no existan instituciones regionales para mejorar el estado de los trabajadores migrantes en toda la zona y 3) no exista un sistema efectivo para la contención y mitigación epidemiológica que supla las medidas unilaterales adoptadas por las partes en caso de emergencia sanitaria.

En este orden de ideas, el presente trabajo tiene como objetivo exponer los alcances y limitaciones de la X Cumbre de Líderes de América del Norte con respecto al desarrollo de mecanismos e instituciones regionales. De esta forma, el argumento principal de este trabajo gira en torno a que la X CLAN no supone un avance significativo en el desarrollo de instituciones regionales para resolver problemas comunes en América del Norte. Esto es así debido a que la X CLAN no ha logrado establecer una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad regional norteamericana. Sin embargo, sus alcances dependerán del seguimiento de los mecanismos prometidos en la Cumbre.

La X Cumbre de Líderes de América del Norte trajo como resultado los siguientes compromisos: 1) promover sociedades diversas, inclusivas, equitativas y democráticas que combatan el racismo; 2) combatir la crisis climática, por medio de la adopción de energías limpias y la reducción de las emisiones de metano para 2030; 3) fortalecer la competitividad, la innovación y la resiliencia; 4) promover la ampliación de las vías legales y otras medidas humanitarias para hacer frente a la migración irregular en la región; 5) coordinar acciones y estrategias para combatir el tráfico de armas y drogas, así como la trata de personas; 6) intercambiar información y establecer políticas públicas para proteger a sus países contra las crisis de salud actuales y futuras.

Los mecanismos de carácter trilateral prometidos en la Cumbre son escasos. En primer lugar, con respecto a diversidad, equidad e inclusión, el compromiso de los Estados de América del Norte se apoya en mecanismos regionales y globales ya existentes, tales como el Grupo de Trabajo Trilateral sobre Violencia contra las Mujeres y Niñas Indígenas, pactado en la VIII CLAN en 2016, la Coalición por la Igualdad de Derechos en las Américas y el Grupo Central LGBTQI+ de las Naciones Unidas.

En segundo lugar, sobre el cambio climático las naciones pactaron el siguiente mecanismo de cooperación: la elaboración de un Plan de Acción para la Reducción de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos para finales de 2025 y contribuir en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad para 2030.

En tercer lugar, con respecto al fortalecimiento de la competitividad, los gobiernos se comprometieron a crear el primer foro trilateral sobre semiconductores, el cual incluirá a representantes de alto nivel del sector y la participación gubernamental del gabinete de Estados Unidos, México y Canadá. Esto con el propósito de forjar cadenas de suministro regionales más sólidas, así como promover la inversión específica en industrias, tales como los semiconductores y las baterías de vehículos eléctricos. Asimismo, los mandatarios anunciaron la creación de un comité para impulsar la sustitución de importaciones. Este comité estará compuesto por 4 expertos por país. El comité tiene como objetivo buscar la autosuficiencia económica en América del Norte con respecto a China y otros países.

En cuarto lugar, con respecto al tema de la migración, las naciones adoptaran los siguientes mecanismos de cooperación: la finalización y la aplicación del Plan de Acción Trilateral para la Ampliación de las Alianzas para el Desarrollo, el cual busca abordar las causas profundas de la migración irregular. Este mecanismo abarca toda la región de América Latina y está acompañado de la creación de un centro en el sur de México que cuenta con apoyo del sector privado. Asimismo, México y Estados Unidos convinieron en la creación de un Programa de Trabajadores Agrícolas de Temporada. Un mecanismo similar existe entre México y Canadá desde 1974.

En quinto lugar, sobre el tema de seguridad, México, Estados Unidos y Canadá convinieron en reanudar el diálogo sobre la Estrategia de América del Norte para Combatir la Trata de Personas. Asimismo, las naciones acordaron continuar y actualizar el Diálogo de América del Norte sobre Política de Drogas (NADD), esto incluye la celebración de reuniones de los directores del NADD y de una cumbre trilateral de salud pública. Otro mecanismo relevante es el establecimiento de una postura unificada en lo relativo a la recopilación e intercambio de registros de nombres de pasajeros.

Por último, en sexto lugar, en el ámbito de la salud, los Estados norteamericanos convinieron en la revisión del Plan de América del Norte para la Gripe Animal y Pandémica (NAPAPI, por sus siglas en inglés) para mejorar la prevención, preparación y agilizar la respuesta a las emergencias sanitarias en América del Norte.

Por otro lado, en términos generales, la X CLAN sirvió para para sentar las bases para atender problemas vigentes, aunque no haya medidas concretas fuera de las mencionadas anteriormente. Asimismo, existe una escasez de compromiso trilateral en distintos temas. Por ejemplo, la regulación de la migración laboral aún sigue fragmentada en dos programas de trabajadores agrícolas de temporada. Por un lado, el que existe entre México y Canadá y ahora el anunciado entre Estados Unidos y México. Esto obedece a las características divergentes de las relaciones bilaterales. Es decir, a la relación histórica en el ámbito de la migración que ha tenido México y Estados Unidos, la cual ha significado un problema para Washington, cosa que no ha ocurrido la mayor parte del tiempo entre México y Canadá. De la misma forma, en el ámbito de la regulación de la migración, los esfuerzos conjuntos destacan la participación de México como receptor de migrantes de Centroamérica. A la vez que el enfoque concuerda con el objetivo del gobierno del presidente mexicano de hacer énfasis en el desarrollo de los países expulsores de migrantes. En este ámbito, las estrategias anunciadas por los países norteamericanos podrían fortalecer el desarrollo regional y continental.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el tema de la seguridad son la continuación de mecanismos ya existentes. En este sentido, a corto plazo no debería esperarse una estructura institucional regional que atienda los problemas de seguridad de América del Norte. Las razones estriban en que Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad. En la misma área, hubo temas relevantes desplazados en la reunión, tales como el tema sobre regulación de uso y venta de armas en Estados Unidos.

"Canadá no comparte, en magnitud, los problemas que existen entre México y Estados Unidos en el ámbito de la seguridad."

Por otra parte, con respecto al tema de la salud, las naciones poseen una amplia experiencia para resolver los problemas de forma conjunta, como fue con la H1N1 en 2001. Reforzar las líneas de acción con base en la NAPAPI podría asegurar medidas efectivas regionales para contrarrestar futuras amenazas a la seguridad sanitaria de los ciudadanos en América del Norte. Sin lugar a dudas, esta es una vía deseable en América del Norte en contraposición a las medias adoptadas por la administración Trump durante la pandemia del COVID-19.

Por otro lado, los mecanismos propuestos en el ámbito de derechos humanos y medio ambiente quedan opacados por la importancia que se le brindó al ámbito económico. Parece ser que el eje de la X CLAN son los semiconductores. El impulso a la industria de semiconductores por medio del panel de expertos pactado podría representar un avance significativo que posicione a América del Norte como una región autosustentable y competitiva en el ámbito de las mercancías derivadas de este sector. Esto beneficiaria a México y a sus socios norteamericanos y contrarrestaría la influencia de China en la región.

En conclusión, hay que destacar que la Cumbre de Líderes de América del Norte sirve para reforzar procesos que darán resultado en el futuro. Asimismo, depende de la voluntad política de los mandatarios y del seguimiento que se le den a los acuerdos y mecanismos propuestos. Sin lugar a dudas, con la misma celebración de la CLAN las naciones ganan. Sin embargo, eso no significa que América del Norte como región vaya a tener un desarrollo significativo como resultado. La construcción de instituciones regionales para atender problemas comunes depende de mucho más que de la celebración de esta reunión trilateral. En este sentido, la idea de una verdadera comunidad de intereses compartidos de la cual derive una identidad norteamericana es relevante para favorecer la construcción de instituciones regionales. Aunque la misma celebración de la X CLAN expresa la idea de una comunidad de intereses, así como la buena voluntad para dialogar desplazando los temas controversiales en las relaciones, no ofrece de forma explícita la idea de América del Norte como región y, en su lugar, refleja la búsqueda del interés nacional de cada nación. Pese a lo anterior, la X CLAN trae consigo la oportunidad de que México y Canadá tengan un mayor acercamiento y la proyección de que México, al lado de sus socios norteamericanos, puede tener un papel de liderazgo en el hemisferio occidental.

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