De AMLO a Sheinbaum: los desafíos que impone el fentanilo a la política exterior

De AMLO a Sheinbaum: los desafíos que impone el fentanilo a la política exterior

Foto: Presidenta Claudia Sheinbaum | Gobierno de México

Foto: Presidenta Claudia Sheinbaum | Gobierno de México

El sistema internacional se vuelve complejo cuando diversos fenómenos alteran su estabilidad. Uno de ellos es el narcotráfico, al que desde hace décadas algunos Estados han considerado —debido a sus alcances globales— una amenaza a su seguridad nacional. Los Estados plantean estrategias para combatir este tipo de amenazas, pero difícilmente pueden mantener una política exterior estática: deben fluctuar entre el pragmatismo y los principios de dicha política exterior, pues el desarrollo de los acontecimientos afecta de manera directa o indirecta a los actores, a sus políticas y pretensiones originales. Si bien el narcotráfico ha estado presente permanentemente dentro de la agenda bilateral entre México y EE. UU., el tráfico de fentanilo, debido a sus características y efectos devastadores, se ha colocado en un lugar de suma importancia y centralidad. El presente ensayo busca explorar las estrategias y cambios en materia de política exterior que llevó a cabo AMLO durante su gobierno y las que está desarrollando Claudia Sheinbaum, así como algunas proyecciones a mediano plazo.

En primer lugar, para entender por qué el fentanilo resulta de interés para ambas naciones es necesario revisar los efectos de este opioide. Aunque en sus inicios el fentanilo se utilizaba exclusivamente con fines médicos para aliviar dolores intensos en enfermedades como el cáncer cuando los analgésicos eran insuficientes, pronto salió del ámbito clínico. A diferencia de otros opioides dependientes del cultivo de amapola como la heroína, el fentanilo puede elaborarse a base de precursores químicos, lo que facilitó su producción ilegal a gran escala. Añadiendo sus efectos adictivos, dichos elementos propiciaron las condiciones de un mercado ilícito de esta droga. Sus efectos son devastadores: tan sólo dos miligramos de este opioide pueden causar la muerte. Por la intensidad de esta crisis de salud pública pasó a convertirse en un problema de seguridad nacional.

En el marco de la crisis de opioides en América del Norte, el consumo de fentanilo tuvo su epicentro en Estados Unidos. Según el diario argentino Infobae, esta sustancia se consolidó como la más demandada en dicho país, causando aproximadamente 70,000 muertes tan solo en 2021. En este contexto, y ante la presión ejercida por senadores del Partido Republicano, el gobierno de Joe Biden llegó a considerar la posibilidad de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, medida que finalmente no se concretó, pero que evidenció una nueva dimensión del problema del narcotráfico en México. Asimismo, tanto demócratas como republicanos coincidieron en aprobar la iniciativa FEND, mediante la cual se declaró el tráfico internacional de fentanilo como una emergencia nacional. No obstante, la administración Biden enfrentó simultáneamente desafíos internacionales de gran envergadura, como la retirada de Afganistán, la guerra en Ucrania, el conflicto en Israel y las tensiones con China en torno a Taiwán, lo que desplazó el tema del fentanilo de las prioridades centrales de la política estadounidense.

Por su parte, la política exterior en la administración de AMLO tampoco buscó poner el tema del fentanilo en el centro de la relación bilateral. Su gobierno centró sus esfuerzos en diversas problemáticas como el Covid-19 y la migración centroamericana. Respecto al fentanilo, el expresidente mexicano llegó a proponer al gobierno norteamericano prohibir su uso con fines médicos para sustituirlo por otros analgésicos con el propósito de evitar su consumo. La política de AMLO se centró en dejar de abordar este conflicto como uno de seguridad: el exmandatario señaló repetidamente que debía abordarse la raíz del problema del narcotráfico en lugar de enfocarse únicamente en las medidas represivas. Con ello entendió que debía darle un enfoque más amplio a través de la necesidad de “atender a los jóvenes”. Las frases “La mejor política exterior es la interior” y “Abrazos no balazos” eran una síntesis de este enfoque. En parte, esto explica por qué se fracturó toda cooperación con la DEA en el combate al narcotráfico y en su lugar, estableció los programas como “Jóvenes construyendo el futuro”, los cuales tenían como propósito alejar a los jóvenes de las actividades ilícitas brindándoles la oportunidad de capacitarse para obtener un empleo. Sin embargo, esta política no dio resultados inmediatos o por lo menos no los suficientes para disminuir la tensión bilateral entre ambos países.

Aunado a lo anterior, durante ese período la política exterior de México también tuvo puntos álgidos en la relación con China. De acuerdo con el diario SPUTNIK, en 2023 AMLO señaló que la mayoría del fentanilo consumido en Estados Unidos provenía del gigante asiático, pues dio a conocer el cargamento que arribó con este opioide sintético y metanfetaminas provenientes de dicho país a las costas de Michoacán, México. Por su parte, se puede considerar que la respuesta china a dicha declaración ejerció una diplomacia consular, ya que su cancillería aseguró que no existía tráfico ilegal de fentanilo entre China y México y que era un problema propio de Estados Unidos.

No obstante, a pesar de los esfuerzos por parte de AMLO y Biden por esclarecer el tema del tráfico de fentanilo y los actores involucrados, ambos gobiernos centraron su atención hacia otros conflictos. En el caso de Biden destinó presupuestos de emergencia para la guerra en Ucrania. Por lo que las estrategias presentadas con anterioridad por ambas naciones no se ejecutaron como se habían planteado originalmente. Además, la llegada nuevamente de Donald Trump a la presidencia modificó las prioridades en la relación EE.UU.-México, y con ello también ha dificultado la continuidad de la política exterior a un año del ascenso de Claudia Sheinbaum.

En esta segunda administración de Trump las estrategias en materia de política interna y externa cambiaron de rumbo. Si bien Biden desdeñó en su momento la crisis del fentanilo, el nuevo presidente ha ido en dirección contraria. Trump dejó en claro que este problema sí debe ser una prioridad de Seguridad Nacional bajo el argumento de que Estados Unidos tiene el derecho y el deber de defender a sus ciudadanos de amenazas extranjeras, señalando en este punto no sólo a México sino también a China, Canadá y Venezuela. En este sentido, utiliza la presión internacional para obtener resultados fusionando el problema del fentanilo con las cuestiones comerciales como es su política de aumento de aranceles. Esta fusión altera por completo la ecuación de la política antidrogas y pone estos dos temas —fentanilo y aranceles— en el centro de la relación bilateral.

Por su parte, Sheinbaum ha buscado darle continuidad a la política exterior de su predecesor. En algunos aspectos lo consigue: por ejemplo, la colaboración con la DEA continúa suspendida. No obstante, el giro de la administración Trump impide que esto sea un proceso sencillo. Respondiendo a la presión estadounidense, la presidenta mexicana ha tenido que modificar dichos principios para demostrar que México mantiene una visión integral y de cooperación para erradicar el tráfico de fentanilo. Ya no se busca una identidad entre política exterior e interior. Bajo este enfoque, podemos afirmar que en esta nueva política exterior sí existe interés por esta problemática, mismo que se ve reflejado en el acuerdo con Canadá para combatir al narcotráfico y en especial, el trasiego de este opioide sintético. Dicha acción permite el intercambio de inteligencia y la coordinación de operativos, pero salvaguarda la soberanía del Estado mexicano.

De igual manera, la presidenta señaló que la FGR está en completa disposición para actuar con el gobierno estadounidense e iniciar las investigaciones pertinentes de ser necesarias. Destinó presupuesto y envió efectivos de la Guardia Nacional a la frontera común para realizar incautaciones de fentanilo. En este sentido, como comenta el Dr. Schiavon, catedrático de la IBERO, “las prioridades se miden en términos de presupuesto”, por lo que el panorama de seguridad nacional puede mejorar, pero es necesario una postura más agresiva por parte del gobierno mexicano.

En síntesis, la problemática del tráfico de fentanilo pone en vilo la relación bilateral entre Estados. Por ello, resulta trascendental mejorar el entendimiento con el gobierno estadounidense en los aspectos relacionados con el combate al narcotráfico y resolver el problema de raíz en el que se atienda la demanda de drogas, de lo contrario la lucha será inconmensurable. La cooperación entre México y Estados Unidos es clave para el debilitamiento y desarme del crimen organizado, garantizando así la seguridad y el bienestar de los individuos.

Por otro lado, tras la política de imposición arancelaria estadounidense que Trump aprovechó para asociarla con el tráfico de fentanilo, las acciones implementadas por parte de Sheinbaum suponen un acierto en materia de política exterior para México y que han sido reconocidas por el gobierno norteamericano. Las distintas mezclas de principios y pragmatismo que ambas administraciones de la 4T implementaron, le brindaron la base de poder suave a nuestro país. Sin embargo, resulta necesario ejecutar una transición de política exterior en la que México pueda proyectar una presencia sólida para el mundo, en especial con su vecino del norte.

Asimismo, para responder a una nueva visión estratégica, Sheinbaum debe plantearse una reestructuración y el fortalecimiento de las instituciones mexicanas como en el caso de la SRE y el SEM, así como también brindar presupuestos que sean congruentes con el actuar de dichos mecanismos. Como reto de la nueva administración está el deslindarse de algunos aspectos de la herencia de su antecesor y buscar proyectar un México con una política exterior activa e independiente que promueva sus intereses sin olvidar la importancia de cooperar con otros Estados para solucionar desafíos globales.

Diana Leticia Canchola Raygoza
Diana Leticia Canchola RaygozaAutoraThis email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Diana Leticia Canchola Raygoza es licenciada en Relaciones Internacionales por la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM), donde además formó parte del comité de carrera; fungió como editora en la revista de la FES Aragón Horizontes internacionales y colaboró en el podcast Horizontes Internacionales en el episodio: “Fentanilo y el Vínculo México-Estados Unidos”. Participó activamente en foros de debate y mesas de análisis. Sus líneas de trabajo se enfocan en la relación bilateral México-Estados Unidos y en el tema del narcotráfico como problema global. Actualmente es asociada de desarrollo comercial en POSCO International México S.A. de C.V. Habla inglés, francés y ruso.